
Con mujeres
No podía mirar más la computadora. Era sábado, se acercaba la noche y seguía sin plan. Vibró el celular. Agustín proponía en el grupo hacer un asado. “Con mujeres”, escribió. Estaba en lo de su novia nueva, Violeta. Su edificio tiene sum con parrilla. No me resultaba tentador, pero no tenía nada mejor que hacer. Fui el primero en contestar.
voy
Conté rápido: 3 x 2 + 1 = 7. Ya no había vuelta atrás. Arreglé con Rodrigo para que me pasaran a buscar con Marina. Ocho y media puntual llegaron con el Twingo azul de ella, manejado por él. Hace dos años que están juntos. En ese lapso Rodrigo se había calmado bastante. Antes era casi un vampiro, un salidor a prueba de balas. Se tomaba un lago de cerveza por noche y volvía a su casa como si nada. Íbamos a tres fiestas y después desayunábamos pizza, que se derretía con el primer sol de la mañana. Los datos de reuniones, fiestas o eventos circulaban fácil por nuestros teléfonos. Vestidos casi completamente de negro nos colábamos en cumpleaños ajenos, y sin ninguna vergüenza enfilábamos derecho hacia la cocina buscando alcohol. En su laburo conoció a Marina, que también venía de una larga soltería, y al poco tiempo se mudó a su casa. Ya casi no nos vemos los sábados.
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