A nivel del suelo, la habitación es inexpugnable. Hay una puerta de fierro, cerrada o condenada, e ínfimas hendijas a través de las cuales no se ve nada distinto: pero la vaga amalgama de luz y sombra que se percibe es ominosa y lúgubre. Las paredes son circulares, al parecer de hierro fundido (pero el que las toca percibe que se trata de madera pintada; como todo, esto también es teatro).
Para ver en el interior hay que subir al piso superior. Desde allí, se aprecia una única habitación circular, revestida de bibliotecas curvas. En el centro hay una gran caldera, o salamandra gigante, rodeada por un enorme desorden de cajas y papeles semicarbonizados. Los libros que llenan los estantes alimentan esta caldera.
Este dispositivo hubiera hecho las delicias del cura y el barbero: en una sola habitación, la biblioteca y la pira. La quema de los libros de don Quijote se hubiera realizado con mayor facilidad y eficiencia.
Sobre todo por un detalle: los libros que llenan los anaqueles tienen los lomos vueltos hacia la pared. Así, el escrutinio se hace innecesario: como los prisioneros que entraban a las cámaras desnudos, estas víctimas también son despojadas de su identidad como condición previa al extermino.
Stronghold es una obra del polaco Robert Kuśmirowski, nacido en Lodz en 1973, y se exhibió hasta el 31 de diciembre de 2011 en la Bienal de Lyon, curada por la argentina Victoria Noorthoorn. Robert Kuśmirowski vendrá a Buenos Aires en marzo 2012, en el marco de la muestra “Aire de Lyon” que, curada también por V.N., se realizará en Fundación PROA.
Carlos Gamerro (Buenos Aires)
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