En su salida de octubre de 2012, EdM publicó un polémico texto de Wolfgang Karrer
sobre “el lacaneo”. He aquí una primera respuesta.
Señor Karrer:
Como asidua lectora de Escritores del mundo, no puedo menos que decir que su artículo provocó en mí desconcierto y sorpresa, por la importancia que usted le otorga a la influencia de Jacques Lacan. Lamento mucho su excesiva preocupación, no obstante, espero aportar algo.
Siendo analista practicante de los principios lacaneanos (que no es lo mismo, que el idioma lacanes que muchos practican), comienzo por comentarle que fueron esos principios que determinaron mi praxis (y cada vez más) los que causaron en mí un deseo de responderle. Entendiendo que las diferencias siempre enriquecen. Quiero aclararle que no soy miembro específico de ninguna institución analítica, no obstante considero haber leído con cierta profundidad la obra de Lacan.
El congreso al que usted hace referencia no es lo único que representa al lacanismo en nuestro país. Fui a muchos encuentros, seminarios y debates, invitada por colegas miembros de la EOL, (Escuela de Orientación Lacaneana en Argentina, fundada en el año 1992). Se asombraría tanto como yo al ver tantos jóvenes profesionales egresados de diferentes universidades, privadas y públicas, que inician su formación en dicha institución. Los colegas que me invitaron en diversas ocasiones han transitado una vasta experiencia clínica, y algunos de formaciones diversas al Lacanismo.
Si destaco esto en primer lugar es porque me provoca una plena libertad hablar por mí misma, ya que no pretendo ubicarme en defensora de la persona de Lacan, y mucho menos de las comunidades analíticas.
A pesar de ello, voy a intentar responder a ciertos interrogantes que plantea en su artículo, y que movilizaron en mí, como ya dije, un deseo de escribir. No soy escritora ni médica, sí trabajo asiduamente con personas de esa última disciplina. No cuento con los recursos retóricos como los suyos, aun así estoy convencida que esas distintas miradas acerca de lo humano aportan mucho en la tarea de trabajar con la sensibilidad de gente que acude a mi consultorio por su modo de sufrir. Mi título habilitante es el de Licenciada en Psicología y tengo una experiencia clínica de más de 20 años.
Mi causa fundamental por el momento es clínica y no política. Aunque siempre hay una política, estrategia y técnica, que determina esa elección inevitablemente. Soy una apasionada lectora de Freud, Lacan, Miller, Eric Laurent, como otros de sus seguidores muy prestigiosos que, tal vez, carezcan de su conocimiento. Estas investigaciones sistemáticas y rigurosamente trabajadas y publicadas, han permitido que muchos otros como yo nos beneficiáramos de ello. Han permitido la evolución de mi práctica, que pongo a prueba día a día.
Comienzo entonces por decirle que cuando usted menciona eso “del picoteo al Lacaneo” deja a un lado que el psicoanálisis no es ciencia en el sentido formal, tal vez podría pensarse por su rigurosidad formal, como una ciencia conjetural. Casi podría afirmar por mi lectura de la obra de Lacan (siempre incompleta, por cierto) que no se trata de un estructuralista ni tampoco, obviamente, de un matemático, y que de ningún modo invierte los conceptos freudianos. Lacan parte de textos que considera fundamentales de la obra de Freud, a mi juicio trascendentes, y que no son los mismos de los que parte la IPA. Es más, lo considero el más ferviente seguidor de Freud, quien a su muerte dejó abiertos temas fundamentales. Lacan desarrolla esos temas para continuar los decisivos descubrimientos de Freud, y por eso dice, como usted debe recordar: ¡No soy lacaneano, soy freudiano!
Sí tiene un estilo singular e irónico en relación a los post-freudianos. Para colocarse él mismo tanto como a los demás en el banquillo de los acusados, toma conceptos como el de resistencia, pero siempre, insisto, en pos del paciente. Por eso puede decir que la resistencia es de los analistas, y que el inconsciente no resiste.
Hace una lectura lógica, y se inspira en otras disciplinas para despojar sentidos, vaciando conceptos imaginarios que se habían hecho de la lectura, enunciados por Freud. Lo que trata de hacer Lacan es demostrar una profundidad diferente en la lectura de los textos de Freud, como pueden observarse en sus intervenciones de textos como “Más allá del principio del placer”, y en los conceptos de “compulsión a la repetición”, “pulsión”, “análisis terminable”, etc. Como usted debe recordar, eso esa la tarea que Lacan realiza en el Seminario XI, que titula Los cuatro conceptos fundamentales.
Permítame destacar que ese seminario como el Seminario X, resultan indispensables en mi modo de pensar la práctica clínica. Es en el segundo donde pone en cuestión el tiempo en sus distintas dimensiones y los tiempos de sesión como estándar, y que usted cuestiona como si se trataran de pura arbitrariedad. Y no es así. Las diferencias planteadas llevan a Lacan a pagar un precio, ser excluido de la IPA. Hay todo un capítulo titulado “La Excomunión”, que explica con bastante claridad por qué aborda esos temas, que sin duda tocan algunos intereses de la comodidad de los analistas.
Paradójicamente, hoy en la APA (Asociación Psicoanalítica Argentina…que dependía de la IPA) han tenido necesariamente que introducir conceptos de Lacan. También tratan de incorporar el discurso del Dsm, que por mi parte los dejaría para el discurso médico, no para los analistas, ya que considero abordajes muy diferentes en la concepción de sujeto. El concepto de cura es una de las marcas de la distancia entre unos y otros. Aclaro que esto no significa que no acuerde, en muchos casos, con la necesidad de aportarle a un paciente una medicación que alivie en algo su sufrimiento. Sería como discutir, dicho rápidamente, si es pertinente suministrarle ibuprofeno a una persona que presenta el síntoma de fiebre. Eso no está en discusión.
Pero me parece que es desconocer el lugar y para qué está ese sufrimiento, creer que con posiciones mágicas se resolvería; eso sería cuanto menos una nota al pie para el realismo mágico.
El sufrimiento puede ser universal, los modos son absolutamente singulares, y uno por uno. En eso apoyo mi ética, y creo comprender que se basa en la intención, compartida por muchos colegas, de entender y hacer algo con eso. Intentar hacer algo más que no sea barrer la tierra debajo de la alfombra. Disculpe, señor Karrer, lo doméstico de mi analogía.
Si usted quiere, como ya lo decía Lacan, tampoco somos lingüistas, hacemos lingüistería. Sí, sí, pero al servicio de la lengua y el lenguaje en el ser hablante. Por eso cuando usted habla de “lo oscuro”, no puedo dejar sorprenderme: nadie podría decir que la psiquis humana es simple y clara, es tan oscura como la forma de sufrimiento.
Mi preocupación y mi causa como analista son los pacientes, tratar que puedan hacer un buen uso de sus propios recursos y que eso les permita vérselas mejor con la vida, y con los otros. Eso distrae la mayor parte de mi tiempo y vida, o por qué no, eso es parte de mi vida. Para tomar a Lacan, hacer con la clínica es mi particular manera de hacer con el placer, como tal vez sea el suyo el de escribir, a su modo.
Valoro su punto de vista como escritor, que no deja de reflejar lo mucho que se ha ocupado en leer a Lacan, aunque no necesariamente por eso, como usted mismo lo menciona, es suficiente para entenderlo.
Así como en la medicina hay distintas escuelas y corrientes, y todas ellas pueden ser muy respetables, no hay ninguna que necesariamente pueda proponerse como dueña de la verdad. Son los pacientes quienes tienen la responsabilidad de elegir cuál de todas consideran la mejor, lo que sin duda no hace más o menos serio al profesional en su posición. No creo que usted diría por eso que estamos ante una secta. Salvo que considere a un ser humano en el lugar de Dios. Me considero agnóstica, eso no quita que respete a las personas para quienes el llamado don de la fe cumple una importante función; es más, ni siquiera me animaría a cuestionárselos! Claro que poner a un hombre en ese lugar, es otro cantar.
Además, las consecuencias en la clínica son comprobables. El paso del tiempo sigue sosteniendo la causa analítica iniciada por Freud y el aporte de Lacan que, a mi juicio, suma, aunque no todos lo comprendan.
Sólo es mi posición, no la única, ni necesariamente la del resto de los colegas. Pero creo que descalificar por pensar diferente, ese sí que es un verdadero “picoteo”.
Muchas gracias, por haberme brindado esta posibilidad.
Patricia Novitzky
Buenos Aires, EdM, diciembre 2012
Imprimir
1 comentario:
Me gusta su comentario, y me gustan los diálogos.
Especialmente cuando cruzan disciplinas y idiomas.
Estuve trabajando entre otros en un artículo sobre C. G. Jung, también un enfoque más bien político.
Ahora que lo terminé me gustaria contestarle, no como un comentario sobre un comentario, pero como un diálogo. Voy a ver si puedo aclarar mis intervenciones.
(Para empezar, siendo un historiador de literatura, soy un lector apasionado de Freud y parte de mi motivo de escribir sobre Lacan era el sentir que usaba a Freud para sus proprios fines.
Y para concluir, por el momento, voy a leer el Seminario XI que ha sido tan util para Ud.)
Y gracias por su comentario.
Wolfgang Karrer
Publicar un comentario