El 4 de mayo de 1910 hubo un incendio en Buenos Aires. Lo que ardió y se volvió cenizas fue la carpa de un circo. No existieron dudas sobre los motivos que ocasionaron el siniestro. No hubo víctimas que lamentar.
La Comisión del Centenario, encargada de organizar los festejos en memoria de la revolución de 1810, había extendido autorización al circo de Frank Brown para que instalara su carpa en la esquina de Florida y Córdoba. La intención era sumar a la celebración, a través de un espectáculo de gusto popular, a la población más humilde de la ciudad. “Hacer llegar los efluvios de la sana alegría también a los desheredados de la fortuna, a los tristes, a los pobres, a los huérfanos…”, así decía la Comisión, vinculada con el poder ejecutivo, en su Memoria.
La concurrencia masiva sobre la esquina de Florida y Córdoba estaba asegurada, pues el circo de Frank Brown era poco menos que célebre. Este payaso inglés se había instalado en la Argentina en 1884 y desde ese entonces no había hecho más que cosechar admiradores. Entre los chicos que, así nos llega, lo llamaban Flan Blon; entre los inmigrantes y los criollos; y también entre las elites dirigentes. Primero fue Sarmiento: “El talento de Frank Brown es de maravillosa extensión: es un clown enciclopédico, es saltarín, juglar, equilibrista, bailarín de cuerda. Es un Hércules con pies de mujer y manos de niño.” Más tarde, Joaquín V. González: “No dejaré de afirmar que el payaso artista cual Frank Brown es para los niños, viejos y adultos de los dos sexos y de todas las razas, una de las cosas más amables inventadas por el ingenio del hombre.”
No sólo la concurrencia masiva estaba asegurada, sino también la inocencia del espectáculo. O, al menos, la no peligrosidad de sus contenidos. En los tiempos que corrían, cuando la influencia del anarquismo entre los sectores populares era un dato insoslayable, este asunto no era menor. El 1 de mayo de ese año la movilización de los trabajadores había sido menos masiva que la de un año antes, pero no justamente porque el reclamo obrero hubiera encontrado momentánea satisfacción. El mal tiempo y más aún el recuerdo de la brutal represión del 1 de mayo de 1909, a cargo del jefe de policía coronel Ramón L. Falcón, desalentaron la movilización obrera. No obstante, para el domingo 8 se había convocado a una nueva manifestación que tendría como principal reclamo la derogación de la ley de residencia, 4144.
La politicidad del circo de Frank Brown era débil, al menos eso es lo que nos llega. Vale mencionar, de todos modos, lo que no parece ser más que un episodio aislado. En 1893, cuando tuvo lugar una intentona revolucionaria del flamante radicalismo, Frank Brown eligió pasearse por el campamento de Temperley. En el ´90 había entretenido a los hospitalizados, de un bando y del otro; tres años más tarde optó por fraternizar con los revolucionarios. Pero nada más que esto nos llega; en 1910 esas disputas habían quedado muy atrás, al menos para el payaso y su circo. Desconocemos las voces que lo cuestionaran, probablemente no hayan existido. Poco o nada sabía de enemigos. Seguramente la Comisión del Centenario, al invitarlo a sumar su carpa a los festejos, tuvo en cuenta esta circunstancia.
La carpa efectivamente fue instalada, pero con el correr de los días, cada vez más próximos al 25 de mayo, empezaron a sucederse los cuestionamientos. De “ominosa barraca” califica al circo el diario La Razón, y La Prensa no se queda atrás. La Paris del Plata no puede albergar semejante adefesio. Para colmo, cuenta Horacio Salas, corre el rumor de que un empresario planea hacer una exposición de mingitorios en el mismo predio, imaginado como una tierra liberada y enemiga del buen gusto. El argumento que repudia la instalación del circo de Frank Brown, a pocas cuadras de la Plaza San Martín, pretende no ser más que estético.
El 4 de mayo, cuando todavía no terminaba de caer la noche, un grupo de jóvenes le prendió fuego a la carpa. Los principales diarios de la ciudad apenas criticaron el suceso, gratamente sorprendidos por una “violencia que no deja de ser simpática” y que evidencia “sedimentos de patriótica altivez.” A los jóvenes se los caracteriza como universitarios y, según las crónicas, contaron con la solidaridad de otros muchachos “vestidos de frac o de smoking”. Ubicados entre el público espectador, dificultaron el accionar de los bomberos, para que de la carpa no quedara ni el recuerdo. Al grito de “¡Viva la Patria!”, en manifestación de más de cuatrocientas personas, llevaron hasta la redacción de La Prensa, casi como una ofrenda, trozos de madera y zinc, restos humeantes de la instalación. Hubo unos pocos detenidos que rápidamente fueron liberados, por la presión de los mismos universitarios movilizados. De la sociedad civil, de una clase social y de la opinión pública nacía, con más decisión y celeridad que la mostrada por el estado, la sanción preventiva contra las incursiones populares en el centro de la ciudad.
El historiador inglés Daniel James se refiere a este episodio en un escrito que tiene como asunto al 17 de octubre de 1945; gracias a él, sospecho, más de uno llegamos a conocerlo. Horacio Salas, en su libro El Centenario, le dedica apenas dos páginas que son sin duda valiosas, sobre todo por los comentarios celebratorios de la prensa que reproduce. Dardo Cúneo escribió en 1944 un breve libro sobre Frank Brown, libro lleno de afecto por el payaso. Al episodio de 1910 le dedica un párrafo, más bien elíptico, e intenta no cargar las tintas. Habla no obstante de incendio y de patotas. “El Centenario se quedó sin la fiesta de Brown”. Los historiadores ligados a la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA ni siquiera lo nombran, aun cuando esos años, los del llamado orden conservador y la sociedad aluvial, sean de los más revisitados en las últimas décadas. No hay papers sobre el 4 de mayo de 1910. Tampoco lo hace Fernando Devoto en su excelente crónica sobre los días que rodearon al centenario. Natalio Botana, en un reciente libro, señala que en la Argentina de 1910 “el ambiente social y cultural, político y económico, era –qué duda cabe- hospitalario.”
Como al decir de Denis Merklen sucedió con la masacre de Ingeniero Budge, en otro mayo del siglo XX, los saberes académicos encontraron en el episodio una cuestión sólo digna de la sección de policiales. Intento explicar el olvido. Por lo tanto lo ignoraron, lo ignoran. Esto no es política, es una cuestión estética. Esto no es política, es una cuestión delictiva. Nada de que sorprenderse, tampoco que lamentar. El problema se vuelve mayor al detectar que el dirigente obrero anarcosindicalista Sebastión Marotta, en las increíbles páginas que evocan los ataques que partieron de la misma clase social y que tuvieron como blanco a las redacciones de La Vanguardia y La Protesta, no menciona al incendio del circo de Frank Brown. Como si esa violencia, como si ese estado de excepción que pendió el 4 de mayo sobre una carpa, no perteneciera a las páginas en las que se escribe la historia de los trabajadores.
Javier Trímboli (Buenos Aires)
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16 comentarios:
Javier: me encantó tu nota y tu lectura acerca de las omisiones por parte de los historiadores. Esas omisiones son un elemento más para analizar hechos, periodos y grupos sociales y evitar que se repitan injusticias o que se justifiquen actos de xenofobia o violencia sectorial bajo figuras penales genericas. Gracias por tu aporte!!
¿Extraños paralelos y divergencias? ¿Qué opina el amigo Trímboli de esta "pueblada" contra otro circo a 116 años del incendio del "Frank Brown"? ¿Sólo lo diferencia que fue en Ituzaingo en lugar de Florida y Córdoba? ¿Acaso que se trata de pobres del siglo XXI y no de élites nacionalistas de 1910? La sensación de la amenaza en contextos de crisis acerca a dos episodios distantes homologados por la carpa a rayas y la cultura popular.
Me faltó la referencia a la noticia de hoy:https://www.clarin.com/sociedad/Piedrazos-vecinos-policias-polemico-circo_0_1604839623.html
MUY bueno el escrito de Javier Trimboli para contextualizar el centenario de 1916.creo que los escritores e historiadores no tuvieron en cuenta el incendio del circo porque subestimaron la lucha trabajadora
Buenos días. me gusto el escrito.
en la actualidad y también por que no a lo largo de nuestra historia resiente, podemos ver muchos 4 de mayo ausentes en las paginas de los diarios y portales de los medios de comunicación monopólicos, para defender intereses de la oligarquía Argentina. También sin mucho refuerzo podemos comparar la indiferencia de Moratta con el accionar de nuestros sindicalistas actuales que que utilizan al trabajador para llegar al poder, luego negocia a sus espaldas, mira para otro lado ante los reclamos, no digo que todos sean así, pero lamentablemente hay muchos
Es llamativo que los medios de comunicación hayan visto el episodio de la carpa como un hecho aislado, será porque la sociedad no se involucraba en los temas políticos,o por otra razón.
Es interesante pensar como desde siempre la influencia mediática pasa, no tanto por decir a la sociedad qué pensar de un asunto, sino por indicarle qué asuntos debe pensar.
Lo que mas me llamo la atencion fue como el episodio de la carpa fue eludido por diferentes medios de comunicacion,sera porque la sociedad no se interesaba por temas políticos,o por otra razón.
es interesante reflexionar como desde siempre la influencia mediática pasa, no tanto por decir a la sociedad qué pensar de un asunto, sino por indicarle qué asuntos debe pensar
Es lamentable el episodio y más aún minimizarlo; tal vez para algunos, los motivos sean no cuestionar el accionar del sector que intenta adueñarse del progreso de lo que considera su propio espacio público; y para otros, las expresiones culturales o artísticas no alcanzaban la dimensión política de las manifestaciones populares, menos las de un circo,aunque si advertían cierta intrusión al espacio ganado.
En la historia hay muchas cosas que se ocultan esta es una de ellas, en su momento hubieron personas anarquistas las cuales nunca siguen las normas laborales etc., pero detrás de todo lo sucedido siempre en nuestro país y todavía no se el porque se pierde el objetivo de los sucesos. EL CENTENARIO QUEDO SIN FIESTA...PORQUE eso quedo marcado porque como siempre en nuestro país la finalidad de las cosas son otras y permitimos que eso sucedan...y sobre todo dañamos a personas, empresas y entidades las cuales no tienen nada que ver. la historia nos muestra obviamente no es el único caso, pero el poder hace que se borre de la historia sucesos muy importantes...
El texto propuesto para el análisis del centenario de la revolución es excelente, debido a que nos permite comprender como las subjetividades e intereses de los historiadores parcializan y estructuran de un determinado hecho social, como el objetivo y la razón de las luchas que suponían son defendidas por cierto sector son dejadas de lado en este caso por los ataques a las redacciones La Vanguardia y La Protesta, que refleja los intereses dañados de un cierto sector, obviando e ignorando el trabajo y el esfuerzo de un número menor
Impecable la nota! Creo que el lamentable episodio del 4 de mayo de 1910 es un claro ejemplo de la impronta nacionalista que caracteriza a los sectores más conservadores del período, y que la actitud de omisión de los medios de comunicación, por un lado, legitima ese accionar y, por el otro, responde a tratar de minimizar cualquier acto que pudiera opacar los festejos del Centenario, por lo tanto, los festejos de los logros alcanzados por la clase dirigente.
Qué buen análisis!!!!
El último parecer se puede tal vez pensar como "manipulación" d los medios???
Tal cual!!!!!
Nada + acertado!!!!
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