En el Mundial 78 sólo había una canción, y sonaba a marcha militar: Veinticinco millones de argentinos jugaremos el Mundial/ Mundial, la justa deportiva sin igual!” La canción no tenía traducción y estaba destinada exclusivamente a disciplinar a los argentinos. La Copa Mundial de Fútbol vivía años cruciales en su transformación planetaria; en el Mundial del 74 en Alemania, por ejemplo, se utilizaron por primera vez las nuevas tecnologías satelitales de televisión al mismo tiempo que una firma de ropa deportiva, Adidas, fue parte y juez de los dividendos globales. En el Mundial del 70 en México, sólo algunos partidos se habían televisado internacionalmente; en Argentina ni siquiera la final con la victoria de Brasil se vio completa en transmisión diferida, y la causa no fue solamente porque el equipo nacional se había quedado afuera del campeonato.
El merchandising se acrecentó con el impacto de la televisación, y con ello también el “juego” fue llamándose “espectáculo” y los “vestuarios” devinieron “camarines”. Cada vez se hizo más necesario enfocar insistentemente a las tribunas para mostrar al público y amenizar lo que sucedía en la cancha. El espectáculo les pertenecía a todos, las deficiencias eran compartidas. Como no se cansarían de decir jugadores, técnicos y periodistas: ya no hay grandes diferencias entre los equipos, eso terminó en los setentas; el fútbol se va volviendo cada vez más táctico (Mascherano dixit, 2010). En las tribunas todos por igual añoraban lucir estrafalarios para ganarse el cielo de una imagen. Entre los mundiales del 82 y el 86 se impusieron la “ola” para que el público se celebrara a sí mismo en los estadios y los festejos actuados de goles que descollaron en el campeonato siguiente. El Mundial 90 en Italia, además, introdujo dos cambios decisivos. Uno fue la incorporación de las pantallas de televisión en los mismos estadios, la coronación de la espectacularidad del simulacro, que Maradona supo explotar respondiendo con gestos a los silbidos de la parcialidad rival. El segundo fue la elección de una canción distintiva para promocionar y seguir el desarrollo del campeonato. “Un state Italina” de Nannini y Bennato fue la primera de la serie. En el Mundial del 98 en Francia, la FIFA dio otra vuelta de tuerca al incorporar una voz “latina” –en ese caso fue la de Ricky Martin- para interpelar mejor a un consumidor persistente. La estrategia volvió a repetirse con Shakira en 2006 y en 2010. Pero en el caso del Mundial de Sudáfrica, la canción oficial elegida por la FIFA compitió con la propuesta por Coca-Cola, “Waving Flag” (“Agitando banderas”), interpretada por el somalí K´Naan y el español David Bisbal:
Dame libertad! Dame fuego! /Dame la razón! Tómame despacio! /Ver a los campeones al campo ahora! / Son luchadores! nos hacen sentir orgullosos. /En las calles, muchas manos, levantadas celebrando, una fiesta sin descanso, los países como hermanos. /Canta y une tu voz, grita fuerte que te escuche el Sol,/ El partido ya va a comenzar, todos juntos vamos a ganar
La canción fue compuesta por el mismo K´Naan, un compositor somalí que a los trece años había emigrado a EE.UU. con su familia. Sus composiciones combinan el pop, el reggae, y el funk con cierto relente marcadamente africano y letras corrosivas. En 2001 se presentó en Ginebra, en un acto del Alto Comisionado de la ONU para Refugiados y no vaciló en denunciar el mal desempeño de la organización en los conflictos de Somalía durante los 90. El senegalés Youssou N´Dour, conocido en Argentina desde su actuación en el concierto de Amnistía Internacional en 1988, estaba entre el público y lo invitó a participar de su álbum Building Brindes (2001). Desde entonces la música del somalí-canadiense no ha dejado de buscar su espacio. La canción “Waving Flag” pertenece a su álbum Trobadour (2005), grabado en Jamaica, en el estudio de Bob Marley. Fue la versión que conoció Coca-Cola, pero, sin embargo, es completamente distinta a la canción que finalmente el mismo K´Naan corrigió y grabó para el Mundial:
Cuando sea mayor, seré más fuerte / Me llamarán libertad, como una bandera que flamea
Y después vuelve, y después vuelve / Y después vuelve, y después vuelve, oh
Nacido para el trono, más fuerte que Roma/ Un violento ímpetu, pobre gente
Pero es mi casa, todo lo que he conocido /Cuando sea grande, las calles tomaremos
Pero fuera de la oscuridad, vengo de un lugar remoto / Soy un duro sobreviviente
Aprender de estas calles, puede ser duro / No se aceptan derrotas, imposible rendirse
Entonces nosotros luchamos, peleando por comer y nos preguntamos cuándo seremos libres
Entonces pacientemente por los días esperados / No están tan lejos, entonces por ahora decimos
(…) Tantas guerras, traspasando barreras / Trayéndonos promesas, dejándonos pobres
Los escuché decir el amor es la manera / Pero mirá cómo nos tratan, nos hacen creyentes
Peleamos sus batallas, entonces ellos nos engañan / Tratan de controlarnos, no nos podrían retener/ Porque nos movemos como soldados / Entonces nosotros luchamos, peleando por comer y / nos preguntamos cuándo seremos libres /Entonces esperamos por esos días / No están tan lejos, entonces por ahora decimos / oh oh oh oh/ Y todos estarán cantando /oh oh oh oh /Y todos estarán cantando
Las razones del cambio son variadas, ninguna termina por satisfacer. Menos aún ante los versos “Y todos estarán cantando /oh oh oh oh”, y teniendo en cuenta que se trata de una canción grabada después de terminado el apartheid, lo que oblitera todo posible ánimo de conquista político social. Las razones de la elección de la canción por parte de Coca-cola se imponen aún más urticantes: ¿Por qué elegir una canción y, al mismo tiempo, obligarla a que sea otra?
En los estadios de Sudáfrica, mientras tanto, las “vuvuzelas” (un tipo de trompeta, en zulú) del público vuelven inaudibles los anuncios de los altoparlantes y el diálogo de los jugadores en pleno juego. Se han hecho presentaciones para prohibirlas y la FIFA no vaciló en desestimarlas a viva voz arguyendo que formaban parte de la cultura africana. Desestima lo que a la vez no deja de destacar al poner relevancia a las críticas de los futbolistas: no será la FIFA quien lo prohíba, será el consenso general quien decida lo que el organismo internacional quiera que se decida. Mejor: serán los otros quienes cambien la letra de la canción.
Compradas en los alrededores de los estadios, todos hacen sonar las “vuvuzelas”, sin ninguna otra convicción que hacer ruido. Algunos saben, sin embargo, que tienen una particularidad: pueden ser calladas, no corregidas.
¿Qué opinará K´Naan de las “vuvuzelas”? K´Naan recién acaba de cumplir 32 años. Nació a fines de 1978, cuatro días antes de que empezara el Mundial de Fútbol. Un simple detalle de color cuando todo no deja de desteñirse.
Miguel Vitagliano (Buenos Aires)
Su última novela publicada es El otro de mí, Buenos Aires, Eterna Cadencia, 2010
Otras entradas del autor en EdM: https://escritoresdelmundo.com/search/label/Vitagliano
“Waving Flag” para el mundial en youtube: https://www.youtube.com/watch?v=8__lUfx7zdo&feature=related
“Waving Flag” original en youtube: https://www.youtube.com/watch?v=zpX1rPCCUig Imprimir
2 comentarios:
Miguel, muy interesantes tus comentarios sobre la transformación de la Copa del Mundo en los años de la globalización. Los que tenemos más de 50 la hemos vivido y es verdaderamente impresionante.
Quiero aprovechar para felicitarte por tu novela Cuarteto para autos viejos. Había leído tres libros tuyos antes y me habían gustado, pero esta novela creo que está más alto... me pareció realmente increíble. Muero de ganas de leer la nueva.
Muchas gracias, Richard, por el comentario. Me algra te haya gustado CUARTETO. Espero que EL OTRO DE MÍ, que acaba de salir, pueda encontrarte como lector. Miguel Vitagliano.
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