Que quede claro que no digo sobre las mujeres escritoras, porque ahí entonces las mujeres y las escritoras se reparten en mitades y terminan siendo mucho menos de lo que son. Pienso estas líneas en Uruguay, definitivamente en Colonia de Sacramento, otra vez explicaré por qué, si es que me dejan en EdM. En Colonia de Sacramento por toda la vida, o hasta que se me acabe el amor. Leo el suplemento de El País de Montevideo (16-7-2010) y me encuentro con una doble página dedicada a Herta Müller (Rumania, 1939), Premio Nobel 2009. Mercedes Estramil traza un preciso y preciado recorrido sobre la trayectoria de la autora, y Esther Andradi, escritora argentina que reside en Alemania y que es colaboradora de EdM, escribe una nota bellísima en la que dedica un apartado al Premio Nobel y las mujeres:
“Cuando le preguntaron a Marcel Reich Ranicki, el pope de la literatura alemana, sobre la flamante Nobel, respondió: ´No voy a hablar de la Müller. No pensé que este año se lo darían a una mujer´. Y basta. En la conferencia de prensa, Müller estuvo muy clara: ´El Nobel es un premio y está bien, pero es algo externo, la escritura llega desde otro lugar. No puedo ser una Nobel todo el tiempo, mientras frío un huevo o voy a comprar papas al mercado´. Daría la impresión que cuando las escritoras ganan el Premio mayor, se sienten a lo sumo sorprendidas, sin ningún tipo de orgullo, o ambición, como si tuvieran que justificarse. Por lo menos, los últimos tres premios en esta década fueron así: baste recordar el espanto de Elfriede Jelinek, quien apenas posó para los fotógrafos y ni fue a Estocolmo a recoger el premio; o la sencillez de una Doris Lessing, quien luego de pocos minutos despachó a los periodistas diciéndoles: ´Perdón, pero ahora tengo que hacer las compras´.
Reconforta que sea un Nobel para el idioma alemán que no llega de los países centrales, sino de la periferia. (…) Lo único que apena es que Christa Wolf, la gran dama de la literatura alemana, siga con las manos vacías. Claro que ella es más que una disidente, es la exiliada de un país que ya no existe (Nota: se refiere a la RDA). Pero si la patria es el idioma, ese espacio seguirá registrándola como un tesoro.”
Nora Abadia (Colonia de Sacramento, Uruguay)
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