Britney Spears llegó diez años tarde al Perú; y llegar tarde tiene sus consecuencias. Puede ser que ya nadie espere la visita o que ninguno valore el encuentro con la emoción que se siente por lo inaugural.
Sin embargo, Britney Spears sí tenía a miles aguardando por ella, fanáticas y no pocos fanáticos de entre veinte y treinta años que corearon sus canciones. Si bien, a su vez, fue un público de perspectiva crítica.
Diez años atrás, ese público era muy joven y adolescente, quizá lo suficientemente despreocupado como para sentir desagrado por los defectos del espectáculo. Hoy por hoy, ese mismo público ha presenciado en la ciudad, posiblemente, a Sting, Calle 13, Shakira o Metálica. Experiencias así modifican los patrones de juicio. A su vez, la estrella del pop ya no es la misma; la impronta de los excesos o los estragos de una maternidad llevada con cierto desorden, han restado energía a sus movimientos. Tan bella como en el pasado, más real o humana en todo caso, sus contorsiones en escena parecen lentas con respecto a los de su época de apogeo.
A decir verdad, la estrella del pop parecía la alumna promedio de un gimnasio en el que el ejercicio consistía en seguir las coreografías más famosas de Britney Spears. Fue un remedo de su pasado.
El espectáculo, que contaba con la compañía de una veintena de personas sobre un escenario movible y de varios niveles, podría pensarse como uno intencionalmente aparatoso si no fuera porque desde sus inicios, las presentaciones de Britney Spears siempre se han apoyado en la parafernalia: un híbrido entre el Cirque du Soleil y el programa de televisión Megaestructuras. Britney Spears se montó en una moto y luego navegó sobre madera en una embarcación de utilería; mientras que, a su alrededor, saltaban personajes egipcios, marchaban señoritos orientales y danzaban un par de vampiresas; todo, en medio de torres platinadas y arneses con alas. Por supuesto, también hubo ocasiones en que cantó.
Con todo, la estrella del pop no es la dueña del circo; sino, una de sus más atractivas esclavas. Semivestida durante toda la función como monito de feria, hay mucho de sometimiento a las exigencias del mercado, a la propia concepción que tiene de una carrera artística y a un imaginario de mujer que abusa del cuerpo como se emplean y, a la postre, descartan los objetos.
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Hay espectáculos y escenas de la vida que llegan tarde. No solo un concierto de jueves por la noche; también pueden tardar los grandes sucesos, como el que refleja la fotografía.
Hace medio siglo, las mujeres votaron por primera vez en el Perú. Hace medio siglo, un poco más, las mujeres participaron en la elección presidencial; pero la participación de ellas no fue tan masiva ni activa.
La foto es elocuente en un aspecto: los responsables de las mesas de votación y del escrutinio son varones. Cuatro, sentados en carpetas de colegio, llevan adelante el proceso mientras una decena de mujeres espera su turno.
Hay quienes sostienen que el general Manuel A. Odría, que aspiraba a reelegirse, temía ser derrotado por otros candidatos más progresistas; por tanto, impulsó el voto femenino, pues lo imaginaba conservador y, en tal sentido, de su lado.
La anécdota puede ser verídica; incluso, también puede ser cierto que el voto femenino fuera conservador; pero más conservador parece el sistema: en el local de votación, a los varones y a las mujeres se les han asignado filas diferentes.
Ellas, en esta foto paradigmática del hecho, sintetizan en muchos sentidos el tiempo que les tocó vivir: por ejemplo, el tamaño de los cuellos de las blusas remiten a la moda de los cincuenta o los rostros cetrinos de algunas patentizan el proceso de migración que se venía gestando, con el despoblamiento del Ande a favor de la capital. O, quizá, el conjunto de mujeres sintetiza sobre todo el rostro múltiple de la humanidad en torno a una actitud capital: las reacciones que tenemos en las situaciones que demandan nuestra responsabilidad. En la foto están las mujeres que ríen, por diversión o nerviosismo; está la inquieta y, a su vez, la curiosa; también la escéptica al lado de la distraída. Una se muestra indiferente y otra, adusta e, incluso, irritada.
La joven de nariz recta, cejas delineadas, boca inexpresiva y escrupuloso peinado de raya al costado es la protagonista de esta foto de incógnitos -los varones, a fin de cuentas, son el simple decorado de este cuadro, como las columnas y las tiendas para votar-. Su mirada, desafiante, no solo reta al fotógrafo sino al sistema que la ha impulsado a participar. Parece que su voto será una venganza. Para esta joven, pionera anónima de las reivindicaciones y la igualdad a partir de su gesto; para esta joven, posiblemente, el voto femenino no solo está llegando tarde, sino que también asoma con yerros y prejuicios.
Me gusta pensar que Manuel A. Odría no alcanzó el poder gracias a ella.
El voto femenino llegó tarde en el mundo, llegó tarde en el Perú y lo hizo además con defectos. No así Britney Spears.
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Al comienzo de este texto escribía que la estrella del pop llegó diez años tarde; pero no es cierto, pues llega tarde quien luego de haber comprometido su presencia se retrasa o pactó para un encuentro que mal cumple. Pero a Britney Spears no la ataban compromisos ni pactos; ella, sencillamente, un jueves por la noche cayó en la ciudad y pretendió brillar.
Y en algunos sentidos lo hizo, pues sus canciones fueron coreadas y los aplausos sobrevenían después de cada interpretación; será porque a fin de cuentas ella cayó como una oportunidad para cumplir los sueños antiguos de sus fanáticas y no pocos fanáticos; como cayó en su momento -o tarde llegó- el día preciso en que la mujer hizo su cola para votar y ejercer con menos restricciones su ciudadanía.
Cincuenta años median entre un evento público y el otro; a su vez, todo un universo entre el nivel de importancia que hay en los dos. No obstante lo antagónicos que son los motivos de cada reunión, me animó a creer contra el tiempo y la lógica, que la protagonista de la foto también estuvo en el concierto; al final, con la mirada adusta e, incluso, irritada.
Al salir del concierto, la protagonista de la foto comentó sin darse grandes ínfulas: “En mi casa, yo bailo mejor que Britney”. Con solo notar su resolución le creí. Algo similar habrá dicho de Odría.
Frente a los grandes momentos, aquellos eventos tan esperados o situaciones importantes para nuestra propia condición, ejercitar la inconformidad puede ser también el camino del proactivo. La vida es, muchas veces, el ejercicio glorioso del escepticismo.
Juan Manuel Chávez
Lima, EdM, noviembre de 2011
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11 comentarios:
Me parecio interesante la comparación que haces entre la llegada tardía de Britney a Lima, y el derecho de las mujeres a votar en las elecciones del Perú. Me encanta el tono sarcástico que le das al decir "Por supuesto, también hubo ocasiones donde cantó". Me hiciste reir.
Estoy de acuerdo en que en ambos casos los participantes de dichos eventos quiza se presentaron con una idea, y al presenciarlo no era lo que esperaban. Sin embargo, creo que la gran mayoria en ambos casos, tanto los fanáticos y fanáticas de Britney, como las mujeres de hace 50 años q votaban por primera vez, fueron motivados a asistir a estos eventos por lo que se le conoce como "peer pressure". Siguen a la multitud sin conciencia de lo que estan haciendo, simplemente lo hacen porque es lo que se ofreció en ese momento.
Tanto como la mayoría de fanáticos de Britney pasaron por desapercibido la diferencia de sus performance de hace 10 años pues piensan... bueno, llego tarde, pero al menos llegó. También la mayoría de mujeres en esa foto no se sienten si quiera indignadas pues piensa... bueno, al menos ahora podemos si quierra votar. Quiza, en mi humilde opinion, esta en nuestra indiosincracia ser conformistas.
Estube a punto de dejar la lectura porque Britney no es una de mis favoritas, pero al seguir leyendo y emcontarme con la primera vez del voto femenino en el Perú, tema que sí me imteresa me resultó un artículo muy interesante e ilutrativo. Felicitaciones.
La pluma de Juan Manuel Chávez, a menudo me cautiva. En esta ocasión, también. Al realizar la afortunada comparación da en el clave para atrapar al lector (a). Aunque el derecho al voto se logró por las luchas previas de las mujeres peruanas. El dictador Odría sólo aprovechó para tratar de "manipular". Congratulo al narrador, y que siga escribiendo con la agudeza e ironía mostradas- Rosina Valcárcel
comparación que da en la clave.RV
CONCUERDO CON JUAN MANUEL, EXIMIO ESCRITOR. LAS MUJERES, NO SÓLO LAS DE AYER SINO TAMBIÉN LAS DE AHORA Y LAS DE TODOS LOS TIEMPOS, FRENTE A SITUACIONES DIFÍCILES MOSTRAMOS NUESTRA DISCONFORMIDAD Y, GRACIAS A ELLO, HEMOS LOGRADO CAMBIAR GRAN PARTE DE LA HISTORIA. UN "VOTO" FEMENINO PARA TI, MI QUERIDO JUANMA. (MIRTHA P.V.)
Omitiste la burla de la que fuiste motivo...
Cuántos comentarios.
Voy en orden, y de retroceso:
Es cierto, algo de burla de oficina se generó hace unos días porque fui al concierto de BS. Creo que las bromas, tan simpáticas, fueron de mayor calibre y precio que el costo de la entrada. Son las razones literarias para el espectáculo.
Se agradece el voto femenino que se otorga a mi texto y, más, la complicidad en torno a disconformidad.
Este es un escrito extraño, por el riesgo que supone el paralelo. Una buena amiga ya se ha quejado en privado por el tipo de comparación que realizo. En cierta forma, me complace: mis palabras no la dejaron indiferente; por el contrario, motivaron su reacción.
No obstante, hago eco de lo que dice Rosina: el voto feminino viene de más atrás, luego de iniciativas y luchas con protagonismo femenino.
Finalmente, es curioso cómo un tema puede no ser de nuestro interés, inicialmente, pero sus conexiones y ramificaciones hacen el pacto con el lector. Acaso, así también es la vida: la disfrutamos también por lo que nos desagrada. Tal vez, cada uno de sus comentarios se eleva por encima de lo que detallaba Ayleen en torno al conformismo: ninguno(a) de ustedes se conformó con lo que ha leído, y prefirió completar coralmente el sentido.
La literatura no siempre le da al escritor la oportunidad de saber lo que piensa su lector, la manera en que este redondea el sentido de lo que compuso.
A partir de cada uno de los comentarios, sienta mejor pensar que este artículo es más que eso: tiene el peso coloquial de la conversación. Y al conversar, uno se siente acompañado.
Hasta pronto.
(Juanma)
Ciertamente los acontecimientos, incluso cuando se sirven de la farsa, pueden convertirse en oportunidades, grandes oportunidades para el inconformismo que, a fin de cuentas, es la materia de la que está hecha la evolución.
Me parece muy audaz la asociación que Juan Manuel Chávez establece entre dos acontecimientos en apariencia tan dispares a lo largo de su artículo. Como él mismo expresa en su anterior comentario, ello también constituye, en cierto modo, una oportunidad.
Un grito de lo privado a lo público: La comparación causo escozor a esta lectora como bien lo menciona el autor, y a su amiga feminista terror. BP en símil con el voto femenino. Qué pensarían las mujeres de la foto al saber que su “evento” fue comparado con el de la estrella del pop. Tal vez sentarían es mismo escozor o terror que nos causo a nosotras, o tal vez se sentirian orgullosas por ser recordadas en mente de un hombre de su incansable lucha en medio de una decena de canciones pop. Paradójico.
Sin embargo la inquietud permanece incólume por el escrito, pensar cómo un concierto estruendoso trajo a la mente de un escritor el voto femenino, cuál fue el detonante que lo hizo pensar en esta comparación, es un enigma. Será acaso posible que el casi desvestido cuerpo de la cantante lo hiciera reflexionar sobre el tamaño de los cuellos en los vestidos de los años cincuenta. De nuevo Paradójico
Caprichosos y enigmáticos pueden ser los caminos de la inclinación literaria, mi amable "Anónimo".
Qué agradable es encontrar la palabra "paradoja" al final del comentario. La paradoja, por encima de su significado moderno, me remite siempre a su valor original: "lo contrario a la opinión común". Una forma de inconformismo.
Es curioso cómo el portal -o alguna opción por defecto de los sistemas virtuales- le asigna el género másculino -o la condición humana en pleno, más allá de los sexos- a una persona que habla desde el "nosotras". Está forzado.
Ocurre algo análogo en el Facebook, donde se pueden compartir informaciones, un "me gusta" por ahí, etc.; pero nunca se auspicia una postura discordante: hace falta un "no me gusta", también -acaso existe, y no lo sé-. El portal solo nos permite dejar un comentario con nuestro desagrado o asumir la indiferencia, ya que no hay un vehículo inmediato para la contrariedad. Pienso en el dedo hacia abajo, como hacen los emperadores romanos del cine, que deciden con un giro básico la vida del gladiador.
Quizá, como entiendo de Rosana, el inconformismo nos viene bien. Más aún, en este cadena de solidaridades opinantes.
Un abrazote, y hasta pronto.
(Juanma)
Parafraseando a Anne Eleanor Roosevelt, tal vez un tipo de lectura dirigida a depositar la atención en las ideas y menos en los eventos o en suposiciones acerca de la persona del autor, aliviaría algún que otro malestar.
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