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El artesano del rock, por Mónica Yemayel


Tiene 80 años con un estilo al que un jean, camisa leñadora y zapatillas negras le sientan bien. Jorge Álvarez toma cerveza en porrón y se acurruca junto a una estufa eléctrica en una casona de Almagro. Es un día de invierno de 2012. 

-El principio de todo, fue ese -dice y señala la foto. 

 Manal tocando los primeros temas que tuvo el rock nacional en un teatro de barrio un domingo al mediodía. Así se presentaban Manal, Vox Dei, Miguel Abuelo y las bandas y músicos seminales que Jorge Álvarez grabó en el sello independiente que fundó en 1968: Mandioca, la madre de los chicos. Los recitales fueron el modo, tal vez más insistente que los discos, de sembrar la nueva música en los barrios de la ciudad. 


-Eran al mediodía porque si no a los chicos no los dejaban ir -dice Álvarez- De noche, no se podía nada. Es más, para escuchar el programa de radio que hacíamos en emisora Antártica, tenían que esconder sus radios debajo de las sábanas. Hablábamos toda la madrugada; de lo que estaba bien, de lo que estaba mal. Un poco de “Sarmiento”. Eso hacíamos. 

Los padres dejaban a sus hijos a las diez de la mañana en el teatro y los pasaban a buscar a las doce. Jorge Álvarez se paraba en la puerta y les entregaba, a cada uno, una encuesta: nombre, edad, dirección, música y grupos preferidos, discos que compraban, revistas que leían. 

-Esa información de primera mano me permitía saber qué necesitaban, qué querían. Nuestro público tenía entre 12 y 16 años: siempre fueron ellos los que movieron el mundo. 

Después del recital, se juntaba con Javier Arroyuelo, Rafael López Sánchez y Pedro Pujó –los tres cofundadores de Mandioca- en el “bunker” que tenían sobre la calle Cangallo. En la pared, había colgado un enorme mapa político de la ciudad y, sobre la mesa, alfileres con cabecitas de colores. Leían las encuestas, tomaban nota de los datos y pinchaban alfileres sobre el mapa: cada chico era un alfiler parado sobre su barrio. Analizaban el mapa, la concentración por zonas y definían las estrategias para expandirse ordenadamente. Al principio, el público de Mandioca estaba localizado en Flores, Caballito, Haedo, Castelar y Ramos Mejía; después empezó a extenderse hacia Boedo y Almagro. 

-Ese fue el principio. Artesanal. Después del ´70, las grandes discográficas se dieron cuenta de lo que se estaban perdiendo y todo comenzó a ser realmente grande. 

Las historias del sello Mandioca y de la editorial Jorge Álvarez (que publicó por primera vez a Manuel Puig y Ricardo Piglia; la primera novela de Juan José Saer; a Rodolfo Walsh, Germán García y Germán Rozenmacher, entre tantos otros, durante los años sesenta) fue el tema de la muestra Pidamos Peras a Jorge Álvarez. Una colección de libros, discos, posters y cartas que se presentó en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires en marzo de este año. En la ciudad de Rosario se inauguró en agosto y, próximamente, se expondrá en Bahía Blanca. 

Álvarez viaja por ciudades y tiempos. 

-Soy como un inmigrante que llega desde un tiempo anterior -dice y pasa a otra foto. 


Mónica Yermayel 
Buenos Aires, EdM, septiembre 2012
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