Decir una palabra, después romperse. Es la ilusión de quien cree haber visto el otro lado de las cosas, esa palabra como huella de ombligo. Un padre le confiesa al hijo el secreto que ha guardado durante cuarenta años. Una joven telefonea una vez más a la amante de su padre. Uno que cree estar dialogando con Dios, o con quien en otro tiempo, alguna vez, pudo considerar un dios. Cada uno construye escenas épicas donde solo hay lugar para deletrear tragedias. Pero ni siquiera son grandes tragedias. Dos que no quieren recordar juntos lo que no pueden olvidar por separado. Un hermano que llama al otro luego de años de estar distanciados; han enterrado a la madre hace dos días. Alguien que busca comprobar si aún recuerda esa voz. Dos y la culpa de una muerte, el remordimiento por una acusación que ninguno de los dos puede olvidar, ni tampoco compartir.
Tragedias que la distancia convierte en comedias, irremediablemente. Mientras Harold Pinter se sometía en 2002 a un tratamiento de quimioterapia, escribió un poema a partir de una frase dicha por una enfermera: “Las células cancerígenas son aquellas que se han olvidado cómo morir.” Un cáncer de laringe devastador, a los 71 años: “Un tumor que olvida morir / pero que planea asesinarme. / Y yo recuerdo cómo morir / aunque todos mis testigos estén muertos.” Una íntima tragedia que escribió sabiendo que no podía ser sino una comedia dentro del enorme teatro del mundo. Nada más lejos de un pretexto de autoconmiseración. Es más, se trataba de evitar todo pretexto. Sólo exponer lo que estaba allí, no con la ingenuidad de mostrarlo en crudo –es imposible arrancarnos la cultura sin desollarnos- sino con el riesgo de encrudecer lo cocido, como quería Brecht: colgar las ideas de un cartel para que no interfieran en lo que queremos decir. Sin la menor aspiración de que una palabra sea huella de ombligo. Colgarlas como la frase de la enfermera del Royal Marsden Hospital, convertirlas en epígrafe del poema que termina sin capitular ni vencer: “Las células negras, tal vez, se sequen y mueran / o es muy posible que festejen mientras se abren camino. / Ellas se reproducen muy calladitas, día y noche, / y uno nunca sabe y ellas nunca avisan.” (The Guardian, 14/III/02)
Ingenuo pensar en una victoria; no sería más que una frase para colgar en el cartel. Aparte de eso no hay nada, todo está dicho; el resto es imaginar. Y nunca demasiado, pese a que en la cantidad se busquen las posibilidades de una explicación, la justificación, el sentido que dé cuenta de la causa de una enfermedad. O que explique la razón de esa mañana en Serbia, cuando el escritor inglés estaba en un mercado observando a una madre dándole de comer a su hija de cinco años y, de golpe, el cielo se cubrió de estruendos y bombas. La mujer se lanzó a buscar a la pequeña que se había soltado de sus manos, y encontró la cabeza de la hija en una alcantarilla. Harold Pinter conocía de sobra el motivo, no tenía que buscarlo, estaba allí mismo, era “la intervención humanitaria” de la OTAN sobre Serbia, como hoy EE.UU y varios de sus aliados amenazan repetirla sobre Siria. Eso era todo; aparte de eso, nada.
En 2006, pocos meses después de recibir el Premio Nobel y con la voz lacerada por la enfermedad, Harold Pinter concedió una larga entrevista a la BBC en la que al final interpretó su brevísima obra titulada Apart From That. Todo lo que estaba aparte estaba encrudecido en esa representación de dos viejos amigos distanciados, o acaso fueran un padre y un hijo… Para qué volver atrás si eso no estaba aparte, aun cuando se querría que hubiera algo aparte de eso.
Harold Pinter murió tres años más tarde, en 2009, en medio de las luces y los carteles de la Navidad.
Miguel Vitagliano
Buenos Aires, EdM, septiembre 2013
Jeremy Irons e Indira Varma volvieron a actuar el sketch, como dos viejos amantes, como una hija y un padre…
1 comentario:
Gracias Miguel, para esta nota. Aparte del arte Pinter tambien habló de la verdad en política. Con las nuevas revelaciones sobre los EE. UU.vale la pena de releer su oración en Estocolmo:
https://www.nobelprize.org/nobel_prizes/literature/laureates/2005/pinter-lecture-e.html
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