APUNTES

Para una autocrítica empresarial, por Pablo Luzuriaga


El actual Presidente de la Nación podría promover, con la influencia que tiene tras su reciente asunción, una autocrítica de los empresarios sobre el papel que desempeñaron en la última dictadura militar. Convocar, en el marco de las políticas de memoria, verdad y justicia; y como gran primer paso en ese sentido, a los principales dirigentes empresariales y cámaras que los nuclean y proponerles que asuman de forma concluyente su responsabilidad respecto del terrorismo de Estado en Argentina. A los sectores del campo, a los industriales más y menos grandes, a las organizaciones de pequeños y medianos emprendedores; a todos aquellos cuyo imaginario está representado bajo la inminente política que impulsa abrir una empresa en un solo día. Reunirlos a todos en algún predio, invitarlos a un asado si quisiera, y exhortarlos a que a través de sus respectivas estructuras lleven adelante esta tarea. Un comunicado, o más de uno. Para eso, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación del gobierno saliente dejó, como legado a los que vienen, el libro: Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado, en dos tomos.


El libro, resultado de una tarea conjunta entre el Ministerio del gobierno saliente, el Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels), y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), reúne, en más de mil páginas, 22 capítulos que abordan, caso por caso, empresas vinculadas con los crímenes de la dictadura. Libro de consulta y obra integral; los análisis de caso presentan una historia de la empresa, una historia de los obreros, una de la represión y, por último, un deslinde de responsabilidades empresariales. El electo Presidente de la Nación, si quisiera, podría iniciar su propia política de Memoria, Verdad y Justicia con el caso de Fiat, desarrollado entre las páginas 211 y 268, del Tomo II. El apellido del presidente aparece en la página 265, cuando se cuenta que Franco Macri, en 1982, se asoció a Fiat argentina adquiriendo el 85% del paquete accionario. Durante el período inmediatamente anterior a esta compra se calcula que desaparecieron 118 trabajadores o extrabajadores de la Fábrica Italiana de Automóviles Torino (FIAT).

La autocrítica empresarial podría recurrir a este Nunca Más para empezar a formularse. Al igual que aquel informe original impulsado al inicio de nuestra democracia, este material fue entregado con anexos que no han sido publicados. Los mismos fueron confiados a la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad del Ministerio Público Fiscal. Allí están alojados, son memorias a disposición de la verdad y la justicia. El conjunto de los casos conforman una obra integral en cuatro sentidos: (1) por un lado, en la introducción y en las conclusiones se proponen ideas generales sobre el vínculo entre empresarios y terrorismo de estatal; por otro, el libro es una detallada historia del mundo empresarial (2), del movimiento obrero argentino (3) y un aporte fundamental para la compresión del sistema represivo (4): ilumina una zona con escaso desarrollo bibliográfico.

Los autores proponen una primera conclusión al término del libro: el grado de involucramiento empresarial en las políticas dictatoriales represivas supera “la noción usual de complicidad”. La palabra cómplice suele asociarse a un papel subsidiario, complementario. Los casos analizados abonan la idea de que los empresarios son más bien “responsables” del terrorismo estatal, no se trató de un mero acompañamiento. Estudian lo que llaman las “prácticas empresariales represivas”, entendidas como una estrategia común de disciplinamiento laboral asociada al terrorismo de Estado. El libro desarrolla los casos de los Ingenios Concepción, la Fronterita y Ledesma; de la Minera Aguilar y la Veloz del Norte; de Acindar, Dámine-Siderca, Astilleros Astarsa, Mestrina, Lozadur y Cattaneo, Grafa y Grafanor, Ford y Mercedes-Benz, en la Zona Norte de la provincia de Buenos Aires; de Astillero Río Santiago, Propulsora Siderúrgica, Petroquímica Sudamericana, Swift, Alpargatas, Molinos Río de la Plata, en la Zona conourbano sur de la provincia de Buenos Aires; de Fiat, en el centro; de Las Marías, al nordeste; y de Loma Negra y Nueva Provincia en la zona sur de Buenos Aires.

De ese modo, Mauricio Macri podría destruir, antes de empezar, uno de los principales bastiones de la oposición futura: el kirchnerismo perdería la iniciativa que desplegó durante la última década en favor de asumir responsabilidades públicas vinculadas con la agenda de los Derechos Humanos. La autocrítica empresarial podría derivar, asimismo, en una nueva etapa de acumulación de pruebas y documentos sobre el período, que terminaría engrosando la lista de empresarios condenados por este tipo de delitos. Además de contribuir con la justicia, esa nueva oleada de información permitiría comprender todavía mejor una etapa de nuestra historia sobre la que ya hay mucho escrito; pero sobre la que un tanto igual o mayor se sabe a medias por falta de pruebas. El presidente, podría, incluso, habilitar una oficina, un número telefónico y una dirección de correo electrónico, donde empresarios arrepentidos, que tuvieran información sensible, puedan dejar testimonio.

Podría hacer todo esto con la buena onda que lo caracteriza. Sin demasiados discursos, bajo el único argumento de que es hora de dejar de hablar del pasado; que asumir la responsabilidad es el único medio para que el período más triste de nuestra historia deje de seguirnos con sus sombras de dolor.

Sería difícil que los grandes empresarios de nuestro país lleven adelante una autocrítica de forma colectiva; y abierta a asumir sus responsabilidades. Habría que evaluar el grado de acuerdo que aun tienen con el hecho de que la dictadura haya aniquilado al movimiento obrero combativo del Cordobazo, del Rodrigazo y a las organizaciones armadas. En estos dos tomos, pueden leer su historia. Los jóvenes, que hoy aspiran a tener su empresa en el día y luego venderla por un capital mayor que el invertido para luego volver a arriesgar y así un día asociarse o adquirir una gran empresa, pueden optar por el libro de Majul, Los dueños de la argentina (1991), o internarse en las cientos de páginas sobre el poder económico que hay en este otro libro. El presidente podría, incluso, recomendar el estudio de este material en las principales academias para empresarios, de la argentina y el mundo. Comenzando por la Universidad de Columbia, Nueva York, o la de Pensilvania, Filadelfia, donde realizó estudios de ingeniería. Este libro podría estar en un programa de historia económica junto al de Eduardo Basualdo: Estudios de historia económica argentina (Siglo XXI).

Para horadar el 49%, la alianza gobernante, podría incluso ir más allá. Podría reunir a todos los organismos públicos que han estado abocados a la tarea de los Derechos Humanos y, en vez de atacarlos mediante una atroz generalización de los casos de corrupción, darles una nueva tarea: realizar una memoria de los años noventa, del impacto de las políticas neoliberales en la estructura social de nuestro país. Conminar al Archivo Nacional de la Memoria, a su reciente director, para que abra nuevas líneas de trabajo vinculadas a la destrucción del Estado, por parte de las políticas de los gobiernos de Menem y De la Rúa. Esta tarea, por otro lado, tiene un valor técnico que el archivo podría capitalizar: se trata de los últimos panfletos en papel; los noventa fueron el último período donde la política se hacía con flyers de papel y ese es el mejor archivo del país para guardar un papel.

Mauricio Macri sorprendería a más de uno si fuera por este camino. Primero una exhortación a la autocrítica empresarial y luego una fuerte política de Memoria, Verdad y Justicia, respecto del neoliberalismo. El Ministerio de Educación podría elaborar materiales sobre deuda externa, su historia. Se podría estudiar el ALCA con más detalle. Podría solicitar que se elaboren informes, como este libro, pero sobre los noventa; para luego impulsar una nueva autocrítica empresarial. Y podría hacerlo sonriendo.

Difícil sería ver su sonrisa detrás de las descripciones que aparecen en este libro. Se trata de sofisticados mecanismos represivos articulados a la trama del terrorismo de Estado, son uno y el mismo tejido. Desde participación de militares en el staff directivo de las empresas a operativos conjuntos entre policías de seguridad privada, contratados por las empresas, y grupos de tarea, o la existencia de Centros Clandestinos de Detención en el predio de las fábricas; son algunas de las articulaciones del vínculo. Adjudicarle a la sonrisa de Macri una relación directa con lo que cuenta este libro es cierto y falso al mismo tiempo. Donde es cierto tuvo éxito la campaña sciolista del miedo: Macri se benefició con las políticas económicas que implementó la dictadura. Donde es falso, es donde el miedo fue solamente una campaña, efectiva, por cierto; durante los días previos se esperaba una diferencia mayor. Porque Mauricio Macri podría impulsar estas políticas de Memoria, Verdad y Justicia; podría, incluso, en vez de poner sus bienes en un fideicomiso, hacer un cálculo respecto de cuál es la parte de su fortuna que proviene de la dictadura y donarla a organizaciones de Derechos Humanos de la Sociedad Civil.

La larga lucha por los Derechos Humanos, respecto de la cual este libro es un hito clave, se asentó siempre sobre ese supuesto. Macri, en principio, no mató nadie. Tenía varias causas judiciales pendientes. Hubiera podido también hacerse responsable de aquello. Por ahora, nada indica que el presidente electo, ya en funciones, vaya a tomar este camino.

Pablo Luzuriaga
Buenos Aires, EdM, enero 2016




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