Carlos García, en El joven Borges y el expresionismo literario alemán, además de compilar las traducciones del escritor argentino, observa las relaciones entre esos poemas y su propia obra. Martín Greco evalúa aquí la importancia de esta nueva publicación editada por la Universidad Nacional de Córdoba.
Por indolencia o por desconocimiento, la historia de la literatura argentina de las primeras décadas del siglo XX suele repetir leyendas, conjeturas y prejuicios cristalizados, que casi nadie se toma el trabajo de verificar.
Por indolencia o por desconocimiento, la historia de la literatura argentina de las primeras décadas del siglo XX suele repetir leyendas, conjeturas y prejuicios cristalizados, que casi nadie se toma el trabajo de verificar.
El hecho ha vuelto indispensable la tarea de quienes se atreven a poner en crisis las opiniones recibidas y aportan nuevos materiales para abrir discusiones críticas: a esta tarea se ha dedicado Carlos García a lo largo de una vasta carrera de investigación independiente de los financiamientos académicos. Entre sus obras se cuentan numerosos estudios sobre Jorge Luis Borges, así como la edición de la correspondencia de figuras centrales de las vanguardias hispánicas, como el mismo Borges, Rafael Cansinos Assens, Gerardo Diego, Macedonio Fernández, Federico García Lorca, Ernesto Giménez Caballero, Ramón Gómez de la Serna, Vicente Huidobro, Juan Ramón Jiménez, Alfonso Reyes, Guillermo de Torre y muchos otros. García, ahora, acaba de publicar El joven Borges y el expresionismo literario alemán.
El trabajo, resultado de años de investigación, abre perspectivas hasta hoy desconocidas sobre la formación del escritor argentino. Sólo podía haber sido llevado a cabo por un autor que como García conociera profundamente la lengua alemana, para explorar las relaciones de Borges con los autores vinculados al expresionismo y revisar, una a una, las traducciones realizadas por el poeta, sin olvidar algunos deslices risueños: así, por ejemplo, García muestra que una mala lectura del alfabeto gótico lleva a Borges a la inclusión errónea de ciertos inesperados anos en la traducción de un poema de Wilhelm Klemm.
García reconstruye en el libro el campo literario alemán en tiempos del expresionismo, así como la trayectoria literaria de los poetas traducidos por Borges, en su mayoría desconocidos en nuestro medio. La investigación resulta fundamental para comprender los orígenes de la poesía del joven Borges, especialmente en la sección “Biografía del poema «Rusia»” y en el análisis de los vínculos de Borges con Whitman y Kafka.
Una observación final, para volver a la queja esbozada en las primeras líneas de este trabajo. Pocos autores están tan rodeados de leyendas como Jorge Luis Borges. Fue el propio escritor quien en su madurez se encargó meticulosamente de echarlas a circular, con el propósito de reescribir el pasado y confundir a los biógrafos incautos, caedores en todas las trampas y repetidores de todas las leyendas: que Borges nunca buscó la fama, que no reescribió Fervor de Buenos Aires, que Arlt no sabía lunfardo, que en el Corán no hay camellos, que Borges aprendió alemán por su cuenta...
Carlos García refuta el último de esos mitos, indicando que el alemán era una de las asignaturas obligatorias del bachillerato que Borges cursó en Ginebra. En medio de un panorama crítico dominado por la incompetencia o el ditirambo, García se ha dedicado a rastrear nuevos documentos y a leer críticamente los ya existentes, con el propósito de aportar un poco de lucidez.
Martín Greco
Buenos Aires, EdM, enero 2016
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1 comentario:
Albricias por Garcia. ¿Lo leeran los que repiten lugares comunes? Lo dudo.
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