A mediados de junio de 2016, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, MOMA, la exhibición que domina el hall principal se llama The Mapping Journey Project (2008-2011). Su autor es Bouchra Khalili. Y su obra se basa en la travesía de ocho inmigrantes ilegales que lograron traspasar los controles de fronteras y llegar a destino. En la sala se despliegan ocho planisferios en grandes pantallas; frente a ellos un banco y auriculares. Los visitantes se sientan y escuchan cada historia. Mientras, en el mapa, se va trazando en color rojo la ruta de cada migrante. Tramo a tramo. Con detalle. Con la minucia que importa cuando se ha expuesto completamente lo que sigue de la vida. De los ocho inmigrantes ilegales no se sabe casi nada. No se ven sus rostros ni se conocen sus apellidos. Sólo se escuchan sus voces que cuentan el viaje prohibido. A menudo se los oye decir hambre, miedo, desconcierto, futuro.
Afuera, a metros del museo, en alguna de las plazas de la ciudad, cualquiera puede verse interpelado por militantes políticos que, envueltos de pies a cabeza con la bandera de los Estados Unidos, preguntan a todo el que pasa: Are you republican? Quien los mira, recibe pronto la invitación para sentarse debajo de una sombrilla a escuchar las políticas que el candidato piensa impulsar si es elegido presidente. “Donald Trump is freedom”, dice la pancarta que los identifica. No es fácil decidir si ese eslogan es una más de las provocaciones del candidato, o si en verdad alguien puede ver en él a un defensor de la libertad. Situado bien a la derecha, Trump tiene opción -no importa qué tan alta sea- de ganar las elecciones con propuestas que revelan sin vueltas que muchos estadounidenses acuerdan en levantar un muro en la frontera con México para evitar la inmigración. Más de 2000 personas han muerto en los últimos diez años tratando de ingresar a Estados Unidos a través del desierto de Arizona. La Bestia es uno de los medios de transporte para acercarse a la frontera. Es un tren -en verdad, una decena de trenes que van uniendo distintos tramos de la ruta- al que las mujeres suben sabiendo que muy posiblemente serán violadas; donde muchos saben que muy posiblemente se caerán desde los techos en cuanto el tren tome una curva violenta. Por eso algunos dejan videos de despedida para sus familias. Por si acaso, se mueren.
La muestra de Bouchra Khalili que se expone en el MOMA, mientras Donald Trump promete muros, son los relatos de africanos atravesando el Mediterráneo para alcanzar a Europa. Es raro entrar al hall del museo y ver sólo esas rutas prohibidas y no, por ejemplo, las que traza La Bestia cruzando el desierto de Arizona. ¿Será porque documentales como Los invisibles, por ejemplo, muestran la paja en el ojo propio? Por ahora, se puede ver aquí:
Mónica Yemael
Buenos Aires, EdM, octubre 2016
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