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De secretarías y ministerios, por Alcides Rodríguez.


A finales de los años veinte del siglo pasado el doctor Ramón Carillo, graduado con honores, ganó una beca para especializarse en neurocirugía y neurociencias en Holanda, Francia y Alemania. A su vuelta formó equipos de investigación científica, creó novedosas técnicas de diagnóstico neurológico y propuso nuevas formas de clasificar las enfermedades mentales. En 1939, a los treinta y tres años, fue nombrado jefe del servicio de neurocirugía del Hospital Militar, y tres años más tarde ganaba por concurso la titularidad de la cátedra de neurocirugía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Allí formó un grupo de discípulos entre los que se contaron futuros especialistas como Raúl Matera y Juan Carlos Christensen. Al mismo tiempo, en los bares de Buenos Aires, Carrillo conoció al poeta Homero Manzi y se vinculó a los hermanos Armando y Enrique Santos Discépolo. Con ellos se acercó a FORJA, una agrupación política radical que enarbolaba un ideario popular, nacionalista y anticolonialista. En 1944 conoció a Juan D. Perón en el Hospital Militar. A partir de ese momento Carrillo dejó de ser un brillante académico de carrera para comenzar a ser Carrillo.
      En los años treinta y cuarenta la situación sanitaria en la mayor parte del territorio argentino era francamente calamitosa. Enfermedades como el paludismo y la tuberculosis se extendían por doquier. El criterio sanitario era resolutivo: el médico intervenía cuando la enfermedad ya estaba declarada. Cerca del 80 % de la población total del país estaba fuera del sistema de salud pública. Para acceder a una buena atención había que pagar; los pocos hospitales que atendían de manera gratuita lo hacían más que nada por una cuestión de caridad. Claramente la salud no era un derecho. Cuando Perón llegó al poder en 1946 se tomó la decisión de cambiar esta situación. Y para ello el nuevo presidente convocó a Carrillo.
     Ya en el Hospital Militar Carrillo había tomado conciencia de la importancia de los determinantes sociales de las enfermedades cuando dirigía la revisación médica de los jóvenes que venían a cumplir con el servicio militar obligatorio. Una enfermedad no era sólo una cuestión biológica: tenía una estrecha relación con el medio social en el cual vivía el afectado. Tan importante como saber los síntomas era saber dónde y cómo vivía el enfermo, cuál era su trabajo y cuántas horas trabajaba, qué agua tomaba. “Frente a las enfermedades que genera la miseria - sostenía Carrillo - frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causa de enfermedad, son unas pobres causas”. Sus ideas acerca de una política de salud para el país las desarrolló en su “Plan Analítico de Salud Pública”, una obra monumental de más de cuatro mil páginas. Con este bagaje llegó a la Secretaría de Salud en 1946, y desde allí planteó el primer plan sanitario nacional de la historia médica argentina.
      El abanico de problemas para resolver era enorme, y sólo el Estado era capaz de comenzar a solucionarlos. Carrillo cambió el eje de la política de salud: el criterio sanitario era ahora preventivo, social y materno-infantil. La infraestructura necesaria para cumplir con los objetivos del plan sanitario nacional se componía de tres tipos de edificios básicos: el centro de salud, el centro sanitario y la ciudad-hospital. El ideal era llegar a tener 1 cama por cada 100 habitantes (en ese momento había zonas del país con 0,001 camas por cada 1000 habitantes). Carrillo planteó toda una teoría del hospital, pensado para resolver los problemas del presente y del futuro: en los proyectos había que incluir espacio suficiente para futuras ampliaciones. Tan importante era para él esta cuestión que se incluyó una materia de arquitectura hospitalaria en la carrera de medicina.   
     Durante la implementación del Primer Plan Quinquenal se llevó a cabo buena parte de este programa. Se dividió al país en regiones sanitarias para poder implementar de manera descentralizada la política nacional de salud dictada desde la Secretaría. Se construyeron 230 hospitales y 4229 establecimientos de salud, en especial en el norte y en el sur del país, y se equiparon trenes-hospital para llegar a las zonas en donde no había centros de atención. En 1955 estaba bastante avanzada en la ciudad de Buenos Aires la construcción de un Hospital Modelo y un Policlínico de Niños destinados a ser los más grandes de Latinoamérica. El énfasis en la política preventiva hizo que se impulsaran numerosas campañas de vacunación, como las antivariólica y antidiftérica. Se logró una considerable disminución de los casos de tuberculosis y mortalidad infantil, y casi desaparecieron la sífilis y otras enfermedades venéreas. En dos años se erradicó el paludismo endémico (fue el primer país del mundo en lograrlo). En el terreno de la formación profesional se reorganizó la carrera de medicina teniendo en cuenta una formación más integral, y se le dio especial ímpetu al desarrollo de la enfermería, abriendo numerosas escuelas. Se creó el EMESTA, un centro de investigación y producción de medicamentos y vacunas para distribuirlas de manera gratuita o a bajo precio. En 1949 quedaba claro que la Secretaría de Salud no alcanzaba como marco institucional para llevar a cabo tantas tareas, y fue reemplazada por un Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social de la Nación. Ramón Carrillo fue su primer titular.
       La dictadura militar que surgió del golpe de Estado de 1955 interrumpió la construcción del Hospital Modelo y del Policlínico de Niños. Sus estructuras inacabadas se convirtieron con el tiempo en el “Elefante Blanco” y el “Albergue Warnes”, habitados durante décadas por familias carenciadas en condiciones paupérrimas. El “Albergue Warnes” fue demolido en 1991. En el lugar se levantó un hipermercado. El “Elefante Blanco” está siendo demolido en este momento.
      En agosto de 2018 gobierno argentino suspendió la vacunación de los niños de 11 años en todo el país con el refuerzo de la vacuna contra la meningitis.
       En septiembre 2018 el gobierno argentino eliminó el Ministerio de Salud. El país volvió a tener una Secretaría de Salud.

Alcides Rodríguez
Buenos Aires, EdM, Octubre 2018

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