NOTICIAS DE AYER

Diciembre, 1977, por Pablo Luzuriaga


El jueves 8 de diciembre de 1977 un grupo de madres se dio cita en la Iglesia Santa Cruz del Barrio de San Cristóbal para juntar el dinero que pagara su segunda solicitada exigiendo la aparición de sus hijos desaparecidos. Como es sabido, las secuestró un grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada que había infiltrado a Astiz dentro del incipiente organismo de Derechos Humanos: se llevaron ese día a María Eugenia Ponce de Bianco, Esther Ballestrino de Careaga, la monja Alice Domon, Raquel Bulit, Patricia Oviedo, Ángela Auad de Genovés y a Gabriel Horacio Horane.
   El viernes, en el marco del mismo operativo, en el cruce de las avenidas Belgrano y Paseo Colón, secuestraron a Horacio Elbert y José Julio Fondevilla. Diez personas sumaban en total. El sábado 10 de diciembre, cuando la solicitada ¬¬–a pesar de lo sucedido– aparecía en la página 19 del diario La Nación, secuestraron a Léonie Duquet, la religiosa francesa compañera de Alice; ese mediodía fueron a Sarandí por Azucena Villaflor. Estos secuestros que pretendieron acallar la voz de las madres y los familiares son emblemáticos, no sólo por tratarse de militantes de organismos de Derechos Humanos, sino también porque se trata de uno de los pocos casos en los que pudo determinarse el destino de víctimas de los vuelos de la muerte: el mar devolvió los cuerpos de Azucena Villaflor, Ángela Auad, Leónie Duquet, Esther Ballestrino de Careaga y Mary Ponce de Bianco el 20 de diciembre, en la zona de Santa Teresita; fueron luego enterrados como NN en el cementerio de General Lavalle donde permanecieron durante 28 años hasta que el Equipo Argentino de Antropología Forense los identificó en 2005.
   Entre el sábado 10 y el martes 20 de diciembre de 1977, esas doce personas estuvieron cautivas en la ESMA. Mientras allí esperaban su «traslado», el viernes 16 la revista Somos, perdida entre sus páginas, publicaba esta curiosa nota.
   A esa altura las organizaciones político-militares ya estaban derrotadas; el Ejército Revolucionario del Pueblo había sido destrozado antes del golpe, y Montoneros durante los primeros dos años de dictadura fue diezmado. Hay hipótesis que dicen que la implementación de los «vuelos de la muerte» todavía no estaba en su momento de mayor capacidad de exterminio; luego de la aparición recurrente de cuerpos en las costas de Uruguay y del Mar Argentino, las Fuerzas Armadas realizaron un estudio de las corrientes del río para determinar el exacto punto donde arrojar los cuerpos para que nunca fueran encontrados. Es probable que en esos días de diciembre haya habido el mayor porcentaje de detenidos-desaparecidos vivos dentro de los campos.
   En la ESMA, desde principios de 1977, ideado por el Almirante Emilio Massera fue llevado adelante un «plan de recuperación». El mismo consistía en el aprovechamiento de las capacidades intelectuales de los detenidos-desaparecidos con el fin de que dieran contenido al proyecto político mediante el cual el almirante pretendía reposicionarse dentro de las Fuerzas. De entre los detenidos seleccionaron un grupo y lo pusieron a trabajar. En esta nota decidieron hacerlo público.
   «La obra, de real sentido humanista, no parece haber despertado, sin embargo, la curiosidad de Amnesty International o de otros grupos que actúan en diferentes países del mundo y enjuician sistemáticamente a la situación argentina». No sabemos si hubo o no «presentaciones espontáneas», es probable que así sea entre las mil formas que adoptaron las respuestas de los perseguidos por el terrorismo de Estado, mil formas que se amplían hasta el infinito cuando sopesamos la pastilla de cianuro o los disparos en la cien al ser rodeados por un grupo de tareas. Lo que es una verdad palmaria es que una vez vuelta la democracia, frente a la evidencia de las fosas comunes durante la investigación de la CONADEP, nadie argumentó nunca haber pensado que a los detenidos-desaparecidos los estaban «recuperando» mediante planes con «sentido humanista».
   Cabe entonces preguntarse cómo fue leída esta nota en diciembre de 1977, seis días después de la publicación de la solicitada de las madres, cuatro días antes de la aparición de los cuerpos en Santa Teresita. Un centro clandestino de detención decorado como un «centro de recuperación» perdido entre las páginas de una revista de tirada masiva. El martes 13 de diciembre en la tapa del diario La Opinión, mientras las doce personas secuestradas en el operativo iniciado en la Iglesia Santa Cruz se encontraban desde el fin de semana en la ESMA, aparecieron declaraciones de Videla dadas a periodistas japoneses:

«El presidente Videla ha dicho ante periodistas japoneses que la historia juzgará, en su momento, las dramáticas alternativas de la guerra contra la subversión en la argentina.
Sin mayores rodeos Videla habló de los desaparecidos en la acción contra el terrorismo. Ampliando sus anteriores declaraciones de Caracas y Washington, el presidente mencionó cuatro causas determinantes del desconocimiento oficial del paradero o la suerte corrida por numerosas personas:
Paso clandestino a las filas de la subversión.
Abandono del país con cambio de nombre, luego de militar en las organizaciones extremistas.
Imposibilidad de reconocimiento de cuerpos mutilados por explosiones, el fuego de los proyectiles a raíz de enfrentamientos bélicos entre las fuerzas legales y elementos terroristas.
Un exceso en la represión.» La Opinión, 13/12/77

   El 18, mientras los lectores de Somos en su descanso dominical tenían a mano la nota sobre los «centros de recuperación», junto al café con leche si habían comprado Clarín podían ver en la tapa el siguiente titular: «Videla: “Son 4.000 los subversivos detenidos”». Si con ansias de pasarse el domingo leyendo los diarios compraban también La opinión, encontraban en la tapa este otro: «La delincuencia terrorista se atribuyó el secuestro de dos religiosas francesas».
   Como detallan Blaustein y Zubieta en Decíamos ayer. La prensa argentina bajo el proceso, el 16 de diciembre la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Buenos Aires prohibió la venta y circulación de la revista La Semana, por haber publicado una nota titulada «Todo sobre sexo», y el 26 de ese mes las planas de los diarios anunciaron la muerte de Chaplin.
   El 16 de diciembre en los Estados Unidos se estrenó Fiebre de sábado por la noche.
Las fotografías de la nota de Somos muestran las espaldas de los desaparecidos, incluso la cuna de un bebé.

Pablo Luzuriaga (Buenos Aires)




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