Digan la verdad, ¿a ustedes no los confundía un poco, de chicos, el hecho de que hubiera dibujada una cara en la ceca de algunas monedas? Un sol con cara, para ser exactos, con rayos rectos y ondulados. Una maestra tuvo que explicarnos un día que ese sol se llama Inti y que era uno de los dioses incas, esa civilización que floreció (decía así: “floreció”) en Perú antes de que la devastaran Pizarro y los demás conquistadores. A este sol ya lo habían puesto en las monedas de 1813, y en el escudo después, y en la bandera de Belgrano, y hasta en la enseña uruguaya, y por eso no tenía nada que ver con el estado del tiempo durante el 25 de Mayo, aunque lo llamasen Sol de Mayo, porque encima parece que llovió ese día. Y la maestra nos leía una estrofa del himno nacional, ésas que nunca se cantan, en donde se habla de un inca que se ponía contento cuando veía que sus hijos estaban renovando el antiguo esplendor de la patria. Yo no entendía muy bien cómo podía ser que los patriotas argentinos fueran hijos de aquel inca ni tampoco por qué adoraban a un dios venido de Perú. Pero un día le pregunté a un chico peruano, Luis, al que llamaban también “el villero” y al que acusaban siempre de traer los piojos a la escuela, si sus viejos también adoraban a Inti (“Mi viejo es de Boca”, me contestó medio cabreado). En todo caso, les debe seguir gustando mucho ese sol a las autoridades argentinas porque también lo eligieron como símbolo del Bicentenario. Me imagino que debe ser siempre el mismo sol porque no sé si vieron que lo mezclaron con la escarapela (que vaya uno a saber por qué no tenía sol ni cara aunque a mí siempre me sonó como una cara que pela). Por eso tiene los bordes azules, celestes y blancos el nuevo sol, como la bandera, aunque a mí me hace acordar más bien a los dibujos de los átomos, ¿no?, como los que aparecen en las chimeneas de la central nuclear donde trabaja Homero Simpson. Y a lo mejor lo hicieron a propósito porque están los que te dicen que un país independiente es un país desarrollado, y si tenés centrales nucleares ya sos muy desarrollado, y además nadie se mete con vos cuando tenés la bomba atómica. ¿Habrán querido decir todo esto con ese sol? ¿Que independencia significa hoy desarrollo nuclear? Vaya a saber. De todos modos, este sol no tiene cara, y en una de ésas también éste es un mensaje de los tipos que lo diseñaron, como cuando decimos que se le cayó la cara de vergüenza o que un tipo es un descarado (aunque las dos cosas significan exactamente lo contrario). Porque, no sé si vieron, la vergüenza siempre pasa por la cara. Cuando alguien tiene vergüenza, se pone todo colorado, o se cubre el rostro con las manos, como en aquella pintura sobre Adán y Eva cuando los echan del Paraíso. Y cuando te reprochan algo, se dice que te lo están echando en cara, y lo hacen, se supone, para que te dé vergüenza. “Enrostrar”, dicen, sin ir más lejos, los peruanos, en lugar de “reprochar”. “No tiene cara”, dicen también los españoles de alguien cuando es un sinvergüenza (aunque a mí me gusta más cuando dicen “no tiene morro”). No sé muy bien de qué podría tener vergüenza un sol peruano que hace doscientos años se encontró en la bandera argentina y en las estampillas del Bicentenario ahora. A no ser que sea un sol que no se anima a dar la cara o un sol que sencillamente cayó ceca. Pero a lo mejor este descaro no tiene nada que ver con todo esto, o sí, como cuando las imágenes de los sueños mezclan las cosas que vimos u oímos durante el día. Y habría que ver si no podríamos pensar de este modo los símbolos que solemos llamar patrios: como los sueños de la patria.
Dardo Scavino (Bordeaux)
Su útlimo libro es Narraciones de la independencia. Arqueología de un fervor contradictorio, Buenos Aires, Eterna
Cadencia, 2010.
Cadencia, 2010.
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