En el Liber Chronicarum de Hartmann Schedel, impreso en Nüremberg en 1493, se refiere una historia del mundo desde su creación divina hasta fines del siglo XV. Siguiendo la tradición evemerista (que sostiene que los dioses son idealizaciones de personajes históricos humanos), en el página 28r, nos encontramos con un apretado relato de la vida del mortal Júpiter y, poco después, en la página 29r, con otro de Isis, también llamada Io.
¡Y claro! ¿Quién no conoce la historia de Júpiter e Io? Júpiter, enamorado de Io, se le aparece en sueños invitándola a un lugar apartado donde puedan ayuntarse a gusto. Pero, ella consulta a su padre, dudosa de si debe responder o no a este sueño, de si se trata en verdad de Júpiter o no. Su padre Ínaco se dirige al oráculo, quien le asegura que, efectivamente, se trata del rey de los dioses. “Ve, hija mía”, le dice a una joven y virgen Io que no quiere, que huye cuando finalmente el dios se le aparece. “No huyas de mí”, cuenta Ovidio que decía Júpiter, “pues ella huía. Y ya había dejado los pastizales de Lerma y los labrantíos lirceos plantados de árboles, cuando el dios ocultó la tierra echándosele encima como una gran neblina y, deteniéndole, le arrebató la virginidad”. Así lo cuenta en sus Metamorfosis.
Pero, ¿cómo nos relata el Liber Chronicarum este hecho? “Y por Júpiter fue deshonrada, impulsada a ello por el miedo de sus padres”. El libro está ilustrado con xilografías. Los retratos correspondientes a Júpiter e Io no dejan hoy de sorprender. La vestimenta y el gorro estilo siglo XV de Júpiter lo hace irreconocible para quienes en el siglo XXI esperaríamos –al menos- verlo desnudo. Igual ocurre con Isis-Io y sus ropajes, su cabellera oculta bajo un paño.
Con pocos años de diferencia (1531-1532), Correggio pinta la escena descripta por Ovidio: “el dios ocultó la tierra echándosele encima como una gran neblina y, deteniéndola, le arrebató la virginidad”. Y ahora sí creemos observar el mundo antiguo. El desfallecer, el éxtasis, el dios que avanza en su abrazo poseyéndola a Io hasta los últimos intersticios de su cuerpo. El desnudo y la entrega.
¿Es como dice Panofsky que el contenido antiguo encuentra la forma antigua? Esta imagen de Correggio ¿es un ensueño erótico antiguo o, antes bien, es una modernización del siglo XVI, de ese siglo en que nace la mística?
El primer duque de Mantua, Federico Gonzaga, es quien encarga la obra a Correggio para que, junto a otras, ilustren una sala donde se encontrarían los amores de Júpiter, supuesto ancestro de la familia. ¿Estos amores de Júpiter idealizan los propios del duque? ¿Habrán caído muchas jóvenes en sus brazos? Y de haber caído, ¿qué se ajusta más a la verdad? ¿El relato de la deshonra y las xilografías del Liber Chronicarum o el ensueño erótico de Correggio?
Martín Ciordia (Buenos Aires)
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