Film de Agnès Varda (Francia, 2000)
En este film -la palabra documental no le calza del todo ya que su costura excede a la etiqueta- la gran directora se pasea por toda Francia tomando planos de gente que recolecta basura, algunos para comer, otros para reciclar o hacer esculturas o muebles, y en esa diversidad de planos el espectador se encuentra con las manos viejas y nudosas de Varda que las expone a la pantalla como un objeto de estudio antropológico, muestra sus pliegues, sus arrugas, sus manchas. Pocas veces un film sobre la basura y la recolección en general -cosechas, coleccionismo, reciclaje- ha sido tratado con tanto respeto, belleza y lucidez.
En ningún momento la mirada de la cámara de la directora se posa sobre los personajes de modo moral o intelectual, sus ojos hurgan junto a ellos, exponen los deshechos, acompañan al universitario que revuelve detritus y come tomates y lechugas de las bolsas que el mercado central arroja a la vereda después del horario de cierre.
Me siento identificada con los aires de libertad que soplan en esos planos de los recolectores y la recolectora (la misma Varda) -como podría traducirse la actividad aludida en el título original- porque es un cine sin corset, lleno de digresiones, y eso que para otros puede ser un defecto -ese irse por las ramas que marca el movimiento de la digresión- para mí es una elección estética, y por una razón muy específica: la imaginación no es sedentaria sino nómade, recorre distancias imposibles en sólo segundos, con lo cual la clásica noción de unidad de acción es un chaleco de fuerza que ciñe los deseos de expansión del mundo imaginario. Así Varda se pasea por infinidad de espacios, muestra frutos, resalta el esplendor de los colores, se detiene en el cuadro de Millet "Les glaneuses", lo analiza, luego conversa con otros recolectores, aquellos que descubren paquetes de comida intactos que alguien arrojó a la basura sin siquiera abrir. Pero ella también es una recolectora, y una de las imágenes más conmovedoras de la película es la de un reloj que trajo de sus excursiones por la calle: un objeto ideal para el ser humano porque no registra el paso del tiempo: un reloj sin agujas, objeto que ahora decora su casa y acompaña sus reflexiones sobre la vejez. Agnès Varda acumula objetos heteróclitos bajo la lente, persigue movimientos de camiones, acompaña el ritmo discursivo de gentes y lugares, y en este ir y venir de la mirada -un poco fuera de tema o fuera de campo- hay paradójicamente un resultado de unidad inquebrantable porque la sensibilidad de la artista sabe que en esa "recolección" aparentemente azarosa están los elementos primordiales de lo que ella quiere contar".
Viviana Lysyj (Buenos Aires)
Sobre Viviana Lysyj: https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-2033-2006-04-17.html
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