Hay quienes aman lo popular porque creen en la bondad profunda de los humildes o en la potencia redentora de los sufrientes. Son los artesanos que capturan las historias de sacrificio, compromiso, solidaridad.
Pero hay otros que no se procuran coartadas. Ni siquiera la ilusión de una política posible. Algo de eso decía Cioran, con un escueto llamado a estar del lado de los oprimidos, pero a sabiendas –sin dejar de mascullar ese saber- que están hechos del mismo barro que los opresores.
Entre los cultores de ese populismo de lo oscuro, está el cronista Cristián Alarcón. Dos libros escribió: Cuando me muera quiero que toquen cumbia y, hace poco, Si me querés quereme transa. Títulos que son citas. Citas que son enunciados de un joven y una mujer que, de distinto modo, protagonizan cada uno de los libros. Un joven que era un ladrón y murió asesinado por la policía. Una mujer dedicada a la distribución de drogas ilegales que interpela así a un amante. Una mujer con la que el cronista termina unido por lazos de compadrazgo.
Alarcón narra, a la vez, distintas historias. Pero una de ellas es la de la transformación del propio escritor a lo largo de su inmersión en el mundo que relata. Termina padrino, ahora. Como antes –en las áridas zonas de San Fernando- había terminado salpicado en la circulación de una jarra loca cual personaje de Mansilla en loncomeo. Por momentos encandilado con cierta lógica sacrificial, por otros seducido por las palabras que llegan de otra lengua. Leo, imagino, temo: el cronista escribe sobre el filo de un riesgo, el de devenir, él mismo, víctima del sacrificio. La fuerza del libro está en que todo, incluso eso, finalmente se quiere.
Los personajes hablan en los títulos: quiero, quereme. ¿Nos hablan? No sé. Le hablan al autor, seguro. El escritor escucha por eso escribe. El transfondo de esa precisa, irónica, lúdica crónica de Alarcón es el querer. Un apego. Una afirmación. Un arrojo. Que puede prescindir del juicio. Ni siquiera intentar formularlo. Y a la vez narrar al lector las dificultades que arrastra tal experiencia amorosa.
Para escribir lo popular, parece decir, hay que amarlo. Con un amor sin ideales, sin valoraciones, sin alivios. Amor de lo oscuro y de lo ambiguo. Sin excusas ni pretensiones. Configuran una aventura de conocimiento y de lectura. Podemos elegir, frente a ellos, ser voyeurs de los amores consumados o temblar como pretendientes de una escena que nos pertenezca o huir aterrados por tanta oscuridad.
María Pía López (Buenos Aires)
Entrevista a Cristian Alarcón en youtube: https://www.youtube.com/watch?v=XZu7zTkN-1I
María Pía López es docente e investigadora en la Universidad de Buenos Aires, además de tener varios libros publicados fue miembro del grupo editor de la revista La escena contemporánea y El ojo mocho, actualmente colabora en la revista La Biblioteca. Su último libro es Hacia la vida intensa. Imprimir
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