Gustavo Schwartz, 2011,
sobre "Agnus-Dei" de Zurbarán
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1-El amor del lobo por el cordero es
una herramienta que sangra en la comprensión
de lo que no se comprende del amor
ni del lobo, en lo que queda desgarrado
del cordero.
2-En lo que no se comprende del lobo,
en lo que del cordero hay desconocido,
avanza la conjetura sobre la naturaleza
del amor que el cordero tiene por
el amor del lobo hacia el cordero.
5-Sueño con lobos, los corderos
persiguen mi sueño,
quieren entrar en él
como quien entra atropellando
en la jaula de su miedo.
7-El cordero sabe que es la metáfora
de otra cosa, que el lobo es
la metáfora de otra cosa: comienza
con palabras como amor, y termina
con la sangre de alguna pasión colectiva.
8-El amor del lobo por el cordero está
un instante detenido antes de desaparecer
en el amor del cordero por el lobo:
ambos miden lo que pierden, sólo pierden
y esto es así, indefectiblemente así.
11-El pelaje del lobo está hecho para la caricia
que no conocerá, inevitablemente el lobo ama
el amor en el cordero, pero más los brazos que cargan
al cordero, las manos que se deslizan por su lomo,
la paz de ser el perseguido y no el perseguidor.
13-El cordero no ama en el lobo más
que su temor anciano y nonato: él es una creación
de la mujer por salvarse del lobo en el cuento
de la ofrenda, donde siempre hay un leñador,
un hacha, un bosque, un aire de tormento.
14-El cordero sueña con lobos: una manada
que ondea como los pastizales donde él
corre, en el saber de que jamás será
alcanzado por las fauces abiertas ni el jadeo
sinuoso y húmedo, porque puede despertar.
16-El corazón del cordero hiede a espuma
para los ojos del lobo, hundido en un mar
de corderos: un oleaje de corderos llenos
de ojos, un regalo para esa amenaza que
le permite oler el desorden del mal menor.
Liliana Lukin (Buenos Aires)
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