“Madama Ivonne” de Cadícamo y Pereyra fue la última canción que Gardel grabó en Buenos Aires el 6 de noviembre de 1933. Según contó Cadícamo años después, la mujer que zarpó de Francia, quien “ya no es más la papusa del Barrio Latino”, se trataba de la dueña de un hospedaje donde supieron quedarse algunos poetas al visitar Montevideo. Lo cierto es que ese tango cuenta una historia conocida: la de la joven francesa engañada por un “tratante de blancas” criollo que la trae para ofertarla en el mercado local donde “las importadas” son las que mejor cotizan entre la oligarquía porteña. Es una figura común de muchos tangos: “La tangochinette”, de Villoldo; la “Gigolette”, de Aróstegui; “Jeanette”, de Espósito; “Francesita”, de Vacarazza y Delfino, son apenas algunos ejemplos.
Carlos Trillo y Pablo Túnica son los autores de La Française (Delcourt, 2011) la historieta que cuenta la historia de Mireille, una francesa como la de todos esos tangos; la “alondra gris” de Cadícamo engañada y maltratada en Buenos Aires. Se trata del último guión escrito por Trillo que, como él supo decir sobre su “inspiración”, probablemente se le ocurrió cuando pensó en el dibujante. Juntos hicieron Jusepe en Amérique (Gallimard, 2009) una historia sobre la primera fundación de Buenos Aires. El primer capítulo de La Française fue publicado este año; Carlos Trillo no llegó a escribir la segunda parte; según cuenta Túnica, la idea general está redactada, pero el guionista se llevó a la tumba la cadencia de sus diálogos.
En esta oportunidad, el creador del Loco Chávez no tuvo mejor idea que buscarse un personaje histórico para contar sobre la prostitución en Buenos Aires: el protagonista de La Française es nada más ni nada menos que el mismísimo Albert Londres. Hablamos del reconocido periodista francés, considerado uno de los pioneros del periodismo de investigación, quien; luego de cubrir destinos que iban desde la Rusia revolucionaria a principios de los veinte, pasando por el lejano Japón, la colonia penitenciaria de la Guayana francesa y el Norte de África; recaló en el puerto de Buenos Aires en 1926 donde escribiría Le Chemin de Buenos Aires: una investigación sobre el tráfico de “blancas” entre el Río de la Plata y París.
El relato marco, Trillo y Túnica lo ubican en el trasatlántico Georges Phillipar (dibujado por Túnica hasta en su más mínimo detalle) durante el último viaje que haría Albert Londres tras embarcar en las costas de Shangai. Por casualidad, el escritor francés se encuentra en el barco con Ángel Polimeni, un típico ejemplar de la oligarquía porteña que anda viajando por el mundo para ubicar, tras la muerte de su padre, vacas y granos en los mercados de oriente. Polimeni, quien leyó Le Chemin de Buenos Aires le pregunta por Mireille, la joven que no aparece en el libro pero que había cautivado a Londres y a tantos otros. Fuman un 43 en la cubierta del Phillipar, Londres saca una libreta negra de un bolsillo interno y le cuenta que “Mireya” es el asunto de un libro próximo. Polimeni le ofrece información a cambio de que Londres le cuente de qué va la historia y así continúan ambos el viaje; a los lectores nos llevan del trasatlántico a Buenos Aires, 1926 ; de ida y de vuelta como el movimiento pendular de un navío en el océano.
La primera viñeta en Buenos Aires nos zambulle en el interior del café Tortoni; allí están sentados Albert junto a Mireille y, en la mesa contigua, escuchando sin ser visto, Pablo Madero, el periodista del diario Crítica capaz de hacer cualquier cosa por esa flaca y rubia francesita. En este primer capítulo de La Française, Trillo y Túnica presentan una variedad de personajes fascinantes de los años 20 porteños: Boyer, el cafishio que paga clases de francés a Berta, una polaca que a veces se le escapa y tiene que mandar a buscar con Muñoz, un matarife de la policía, antepasado de torturador al estilo Grupo de Tarea. También conocemos en este capítulo a Dolores Bardin, la profesora de francés y a su pareja, el anarco Enrico, un típico libertario de la época. Monsieur Curutchet, el encargado del Tortoni que anda tras el rastro de una hermosa pelirroja, ex modelo de Toulouse-Lautrec, a la que un día abandonó y ahora busca desesperado. O el pequeño Gargulo, el fotógrafo de Crítica que lleva a Albert Londres dentro de la redacción del diario, tras la enorme rotativa, como un guía mínimo en el infierno del Dante.
La de Mireille es una historia como la de tantas otras víctimas de la Milieu, la organización de tráfico internacional de mujeres franco argentina, antecedente inmediato de la más conocida Zwi Migdal judío polaca. A diferencia de esta última la Milieu no era una organización vertical, sino simplemente una asociación de interés compartido, sin jefes ni subordinados. Los rufianes traían a las muchachas desde Francia, arreglados con algún marino, escondidas en los barcos, disfrazadas de fogoneros en las calderas apagadas o en los tubos de aireación. Ya en Buenos Aires las ponían a trabajar para el público pudiente que las prefería importadas. De entre ese público sale Ángel Polimeni, quien cree tener mucho para contarle a Albert Londres, lo cierto es que al escritor poco le importan los datos de Polimeni, la verdadera historia de Mireille no es la que ella vendía en la Sociedad Rural, durante las ¨fiestas del fin de semana¨, sino otra, más íntima y secreta; lo único que pareciera importarle a Londres de ¨angelito¨ son los 43 que le saca mientras sigue narrando.
La historia que importa, y Albert Londres siempre sabe cuál es la historia que importa, es la de Mireille y el periodista del diario Crítica, Pablo Madero: un amor imposible entre un escritor profesional que pasa sus horas en bares de mala muerte y la prostituta francesa que los vuelve locos a todos lo porteños. Madero parece un cínico carcomido por su oficio, escribe en Crítica y se presenta como un cretino más, pero mientras avanza el relato va apareciendo otro personaje en él, mucho más complejo y sentimental.
El libro de Albert Londres, Le Chemin de Buenos Aires, fue publicado en Argentina por la editorial Claridad, el tipo de amigos que Londres pudo haber tenido en Buenos Aires son los que rodeaban a esa editorial, algún linotipista, un escritor, algún artista muerto de hambre cuyas opciones iban en esos años del anarcosindicalismo al comunismo. Todos los personajes de La Française parecen salidos del horizonte de imaginación que reúne a los escritores de Boedo y al grupo de grabadores y pintores de los Artistas del Pueblo.
De hecho, estas viñetas de Túnica donde retrata a Madero en la imprenta de Crítica se parecen mucho a algunos personajes de los grabados de Abraham Vigo.
La Française apareció este año, está editada en Francia por Delcourt y, al igual que Jusepe en Amérique sólo se puede leer en francés. Ojalá algún editor de las ¨pampas de Polimeni¨ quiera volver a traer a Mireille a nuestras tierras, pedirle que se llame Mireya y seduzca a hispanohablantes con su historia.
Pablo Luzuriaga (Buenos Aires)
Imprimir
No hay comentarios:
Publicar un comentario