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Baby Boom, por Naty Menstrual


a estaba ahí, qué podía hacer. Metido en su casa. En su sala de estar, en su reino. Un reino que se había transformado en una cueva maloliente de un chongo mendigo homeless. No había podido decir no, aunque era lo que más hubiera querido. Unas medias por acá, un calzoncillo por allá, todo el desorden macho a la orden del día. Y Baby abnegadamente ordenando todo antes de discutir. Baby ordenando todo, quién lo hubiera dicho. Cuántas cosas habían cambiado de un tiempo a esta parte. Diego roncaba como si por la boca se tirara pedos. Ya no soportaba más a ese chabón adentro invadiendo su mundo que tanto le había costado ir armando con tanto esfuerzo. Esa vez iba a decírselo y de patitas en la calle. Como la semana anterior que se decidió a echarlo y no lo hizo. Lo miró tirado, despatarrado en el sofá como una cama improvisada. Tenía esos cuerpos trabajado por los días, por la vida, morrudo, trigueño, con su boxer destartalado que marcaba un bulto caliente y ese culo parado. Tenía que echarlo para no volverse loca. Tenía que echarlo. Quedó colgado con la imagen de ese boxer claro y ese cuerpo. De atontado que estaba no se dio cuenta que Diego giró y se lo quedó mirando frotándose los ojos con las dos manos.

    -¿No podés dormir?
    Y no, no podía dormir, eso seguro pero cómo decirle debido a qué. Reaccionó y giró con los cachetes colorados hacia su habitación. Se tiró en la cama, se tapó la cara con la sábana, y quiso estar muerto en ese mismo momento. Salvado por la sábana escuchó una voz que venía desde la puerta como un ronquido tierno.
    -Estás bien? ¿Querés que hablemos?
    Hablar de qué? Se quería seguir muriendo. Salió de debajo de la sábana para no quedar como un imbécil. Diego sonrió y se tiró al lado de él. No, no podía. Estar cerca de él era insoportable. El olor de su piel le envolvió su nariz, y ya no le parecía olor a sucio, quiso lamerlo. No podía más, la situación era insoportable. Diego le acarició el pelo.
    -No seas boludo, ¿por qué estás mal? ¿Es por mí? ¿Te molesto?
    Baby no aguantó la presión, pensó a velocidad de rayo y se decidió. Si lo hacía, Diego se quedaba o se iba y las cosas ya serían distintas, o mejor o peor o más o menos molestas, pero la presión en su cabeza que lo enloquecía lo dejaría un poco menos histérico. Lo miró tomando coraje
    -¿Querés saber qué me pasa en serio?
    Diego hizo que si con la cabeza con una sonrisa increíble como si estuviera contento.
    Baby se acercó repentinamente y en el centro de esos labios gordos le comió la boca de un beso. Se separó de esa boca arrepentido y deseó estar muerto. Diego se quedó mudo. Se tocó los labios, Baby pensó que se le venía la noche y se resignó a recibir los golpes que fueran por su atrevimiento, pero ante su sorpresa el macho caliente se le tiró encima y se enredaron en un caliente polvo de esos que no vivía hacía un largo tiempo.



Naty Menstrual
Buenos Aires, EdM, enero de 2012
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