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Vete de mí, por Naty Menstrual


ateo dice que me ama, que me desea, que me quiere, que me necesita, que deja todo, que cambia, que hace lo que yo quiera…
    Él dice que no puede sin mis besos, ni mis caricias, que se siente solo, muy solo sin eso. Él me dice que nunca le pasó algo así, que esto es distinto, que por primera vez se siente así. Que él quiere, y que no entiende por qué yo no quiero. Justo esta vez, que alguien tiene todo para darme, mucho o poco, lo que sea, lo que venga, pero de la mejor manera.

    Las manos abiertas, el corazón, el alma -si es que tenemos- sus ojos grandes despiertos, su piel suave, su sexo, su olor, el de su cuello…
    Él dice que me quiere, tiempo completo, que le gusta la música que escucho, la ropa con la que me visto y cómo me desvisto cuando estamos juntos, que así como así, escribió el primer poema de toda su vida, y para mí:
    …Me embrujaste. Me enloqueciste. Me diste todo lo que me gusta. Lo que sentiste. Y dejé una vida y empecé otra. Decidido. Otra distinta. Que sin vos, sí, sin vos no tiene sentido…
    En otro momento de mi vida hubiera pensado QUÉ PELOTUDO, pero con él no, no sentí eso, y no lo dije. Me desarmé, me derretí, quedé chorreada en el piso como un helado que se le cae a un chico, y me tuve que rearmar cucharita a cucharita.
    Él dice que quiere y que quiere que yo pueda. Pero no puedo, y me confundo, y me da todo y yo me siento una basura, gusana y me pongo tensa y me deshago.
    Y pongo un disco, que es para él, una canción. Y voy al cuarto para encerrarme. No puedo hablar, no quiero verlo, y escucho la canción tirada en la cama, herida y seca. Esa canción en la que le susurro a él lo que no puedo decirle…


…Tú, que llenas todo de alegría y juventud, y ves fantasmas en la noche de trasluz, y oyes el canto perfumado del azul. Vete de mí, no te detengas a mirar las ramas viejas del rosal que se marchitan sin dar flor. Mira el paisaje del amor que es la razón para soñar y amar. Yo, que he luchado contra toda la maldad, tengo las manos tan desechas de apretar que ni te puedo sujetar. Vete de mí, seré en tu vida lo mejor de la neblina del ayer cuando me llegues a olvidar, como es mejor el verso aquel que no podemos
recordar…

Dormir es imposible por los golpes en mi puerta. Golpes y más golpes. Y yo tensa como una larga vara de junco. Espero que se vaya cuanto antes. Rápido. Ya sabe que no puedo pero insiste. Ya sabe. Y sabe el porqué, se lo dije. Cientos de veces dije no. Pero a él no le importa, quiere que nos vayamos lejos, los dos solos a donde sea.
    Y yo lo quiero, lo amo, lo adoro, lo siento en mí, y me arde, me quema, me desarma y me rearma y con fuerza de otro mundo, y me destrozo.



Naty Menstrual
Buenos Aires, Argentina, EdM, marzo 2012.
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Baby Boom, por Naty Menstrual


a estaba ahí, qué podía hacer. Metido en su casa. En su sala de estar, en su reino. Un reino que se había transformado en una cueva maloliente de un chongo mendigo homeless. No había podido decir no, aunque era lo que más hubiera querido. Unas medias por acá, un calzoncillo por allá, todo el desorden macho a la orden del día. Y Baby abnegadamente ordenando todo antes de discutir. Baby ordenando todo, quién lo hubiera dicho. Cuántas cosas habían cambiado de un tiempo a esta parte. Diego roncaba como si por la boca se tirara pedos. Ya no soportaba más a ese chabón adentro invadiendo su mundo que tanto le había costado ir armando con tanto esfuerzo. Esa vez iba a decírselo y de patitas en la calle. Como la semana anterior que se decidió a echarlo y no lo hizo. Lo miró tirado, despatarrado en el sofá como una cama improvisada. Tenía esos cuerpos trabajado por los días, por la vida, morrudo, trigueño, con su boxer destartalado que marcaba un bulto caliente y ese culo parado. Tenía que echarlo para no volverse loca. Tenía que echarlo. Quedó colgado con la imagen de ese boxer claro y ese cuerpo. De atontado que estaba no se dio cuenta que Diego giró y se lo quedó mirando frotándose los ojos con las dos manos.

    -¿No podés dormir?
    Y no, no podía dormir, eso seguro pero cómo decirle debido a qué. Reaccionó y giró con los cachetes colorados hacia su habitación. Se tiró en la cama, se tapó la cara con la sábana, y quiso estar muerto en ese mismo momento. Salvado por la sábana escuchó una voz que venía desde la puerta como un ronquido tierno.
    -Estás bien? ¿Querés que hablemos?
    Hablar de qué? Se quería seguir muriendo. Salió de debajo de la sábana para no quedar como un imbécil. Diego sonrió y se tiró al lado de él. No, no podía. Estar cerca de él era insoportable. El olor de su piel le envolvió su nariz, y ya no le parecía olor a sucio, quiso lamerlo. No podía más, la situación era insoportable. Diego le acarició el pelo.
    -No seas boludo, ¿por qué estás mal? ¿Es por mí? ¿Te molesto?
    Baby no aguantó la presión, pensó a velocidad de rayo y se decidió. Si lo hacía, Diego se quedaba o se iba y las cosas ya serían distintas, o mejor o peor o más o menos molestas, pero la presión en su cabeza que lo enloquecía lo dejaría un poco menos histérico. Lo miró tomando coraje
    -¿Querés saber qué me pasa en serio?
    Diego hizo que si con la cabeza con una sonrisa increíble como si estuviera contento.
    Baby se acercó repentinamente y en el centro de esos labios gordos le comió la boca de un beso. Se separó de esa boca arrepentido y deseó estar muerto. Diego se quedó mudo. Se tocó los labios, Baby pensó que se le venía la noche y se resignó a recibir los golpes que fueran por su atrevimiento, pero ante su sorpresa el macho caliente se le tiró encima y se enredaron en un caliente polvo de esos que no vivía hacía un largo tiempo.



Naty Menstrual
Buenos Aires, EdM, enero de 2012
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La virgen del santo agujero, por Naty Menstrual


l me buscó y me re buscó fin de semana tras fin de semana. El chongo mágnum -yo le había puesto ese apodo por su increíble parecido al machazo detective de la serie de la tele-, macho insistente se había quedado demasiado caliente con mi agujero virgen ese día de revuelque en el reservado de line Buenos aires. Me daba cuenta que el chongo no iba a parar hasta conseguir romperme mi virgen culo. Ese fin de semana no supe porqué, pero mi mente, mi cuerpo y mi alma se entregaron a él. Me dejé envolver por la noche y esos besos de bigotes anchos y decidí que iba si o si a encamarme fuera como fuera, estaba alejada de mis culpas y seguía las órdenes de mi más básico deseo. El chongo cazador se dio cuenta que su presa acorralada esa noche era demasiado fácil y me arrastró de la mano fuera de la disco.
    Escalera.
    Puerta.
    Mano en alto.
    Taxi.
    La marica con su cabeza y su culo lleno de dudas se dejo llevar. Me dejé llevar. En el taxi la calentura de los dos empañaba los vidrios de las ventanillas y el espejo. Estaba caliente. Pensando cómo sería todo. Cómo sería ese cuerpo de hombre desnudo todo para mí. Cómo sería mi propio cuerpo desnudo para otro macho man.

ADRENALINAPURA-ADRENALINPURA-ADRENALINAPURA

Llegamos. Bajamos. El chongo abrió la puerta del edificio. Subimos al ascensor. En ese cuadrado asfixiante nos ensalivamos las trompas, enredamos las lenguas, nos manoteamos la carne. Estaba demasiado excitada. Caliente. Sin terminar de entender que seguiría después. Pero quería y de eso estaba más que seguro aun sin saber. Puerta del departamento. Sobrio y ordenado, como de hombre con empleo, que le permitía pagar una mujer que le ordenara su vida poniendo cada cosa en su lugar a cambio de algunos pesos. Barato intercambio para evitar el desenfreno agobiante del desorden inmanejable y eterno.
    Al cuarto. A la cama. Sommier confortable de sabanas limpias, incólumes. Suave aroma a macho en todo el departamento. Yo lo olía. Me excitaba y olía mas abriendo la nariz para llenarme los pulmones de ese elixir varonil que loca loca me ponía. El macho se puso en pelotas completo. Cuerpazo de piernas musculosas y chuecas que enmarcaban un pedazo enorme de más de 20 cm., un premio largo y grueso, un Oscar, un Martín Fierro. Nos transformamos en un revoltijo caliente y el chongazo agarró un pote de algo y me enjugó el culo para poder cojerlo. Yo me dejé. Yo no sabía. Yo quería sin entender del todo, pero quería desesperado con mi agujero hirviendo. Me cojió de todas las maneras posibles. En cuatro. Patita al hombro. De costadito. Me metió la pija en la boca y yo chupé como si en vez de una pija se tratara de la paleta multicolor más sabrosa del planeta. Me cojió y me re cojió. Me preguntó si había acabado mientras acababa él con ardiente desenfreno. La marica tonta perdida nunca acabó, aunque dije que si con la cabeza las tres veces que el chongo me penetró y acabó como un perro. Todavía no sabía lo que aprendí después de algún tiempo. Tocarme y masturbarme mientras estaba haciéndolo, ése era el secreto. Cómo iba a saberlo.
    Volví a casa en el tren paradísima aunque había montones de asientos vacíos, me había lubricado el muy hijo de puta con silocaina, y al irse el efecto adormecedor el culo me ardía. No lo volví a ver más, se sacó las ganas y desapareció, se esfumó, como el genio de la lámpara.
    Con los años lo volví a encontrar… ido, loco, deambulando por la noche con un piloto raído y la barba espesa como largas barbas de choclo, así estaba la primera vez que lo encontré después de tanto tiempo, me miró con los ojos fijos y abiertos, temí su recuerdo, pero estaba enajenado en su miseria. No corrí para no levantar sospechas, me fui caminando lento.
    Otro día lo volví a ver, era como una aparición extraña en mi camino, esta vez, en cuclillas revolviendo la basura del mc donalds y comiendo como una bestia, voraz y mugriento. Tuve dudas, no sabía qué había pasado para que termine así, ido, como adueñado de su propio universo.
    Estaba como ausente en la vida, como aquella vez me había dejado el culo… Adormecido.

Naty Menstrual
Buenos Aires, EdM, diciembre de 2011
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No más carne de colchón. 1800 príncipes desteñidos, por Naty Menstrual


Foto: Daniel Mordzinski
Y si me hago la tonta, la divertida, la como si nada, la que puede con todo, la que no se relaciona humanamente, la que sólo es carne de colchón, carne de cañón, CARNE PICADA… en picada, eso, así, despedazada, esparcida en pedazos, en trozos sin nombre, en sexo sin caricias ni besos.
    Tendré que tomarme el trabajo de rearmarme, si es que puedo, si es que me queda tiempo, la carrera de relajo me agotó, me saturó. Me puse a pensar, sólo en un cálculo estimativo cuántas pieles pasaron por mi cama. En un tiempo desatado, que sé yo, cinco tipos por día… 5 x 30: 150 y 150 x 12: 1800. Me asustó el cálculo, me revolvió el estómago, no sentía el goce de un cazador con sus presas colgando de sus manos para la foto. NO. Ya no…
    Arrepentida no, buscando otros modos de vivir. Otro disfrute, tardando en encontrarlo. Sacudiéndome, como un perro cuando sale del mar a jugar con sus dueños. Por la arena, enloquecido por la playa, bajo un sol caliente. Enloquecida estaba, algo así. Cambiante, ansiosa, ciclotímica, sin poder manejar todavía mis reflejos que se habían convertido en una carrera loca de vacío sexo.
    Ya no… ya no va más, y no me hago la virgen, ni me siento María Magdalena. Fui lo que tuvo que ser, y eso enseña. Pero el camino estaba cambiando. Tenía que optar. Empecé a crear un sendero más seguro y más profundo, arando surcos hondos en la tierra de mi alma, en la llanura de mi cuerpo, en mis precipicios, en mi cielo, en mis estrellas, que se iban encendiendo y encendiendo, de a poco, lento.
    La muñeca de trapo quedó colgada en mi cuarto, mirándome con sus ojos de botón bien abiertos. Allá ella, acá yo. Empecé a andar con rumbo deconocido, conociendo otras cosas, otros sonidos, otras voces, otros sabores.
    5 x 30: 150… 150 x 12: 1800. En ese galope caliente y descontrolado me acompañaban ellos, mis gauchos alambres, mis adanes que cambiaban la manzana del pecado por una lujuriosa banana.
    Mis príncipes azules desteñidos, mi ejército de infieles maniatados por sus prejuicios, que se sentían liberados en mis sabanas calientes. Y de libres, nada. Como en las escondidas, teníamos que ocultarnos, pero el sabor profundo de ese juego era ser encontrado y salir corriendo en estampida para ganar la partida. Mi ejército jugaba a las escondidas, pero no corrían, sólo se escondían. Shhh, no digas nada, que no me vieron, besos no, no, que soy machito que yo soy hetero.
    Tendré que tomarme el arduo trabajo de rearmarme, si es que puedo, sin permitir que me crezca la nariz como a Pinocho, rearmarme sin mentir, sólo sufriendo, pariendo un nuevo ser. Podrá ser, no podrá ser, ser o no ser esa es la cuestión. Por lo pronto, abandoné el chiquero, en busca de territorios más amenos.
    No más carne de colchón, ni de cañón, ni PICADA común, no. Eso lo tenía claro, y lo sentía bien adentro. No más carne para caníbales, ya no.
    Adiós, adiós a mis príncipes azules desteñidos que tiñeron de sudor mis sábanas estampadas de soledades y recuerdos. Adiós. Y como dijo la Garbo alguna vez: Please, please, leave alone.
    Y esa canción que puse para dejar de pensar…

Alma mía
(María Greever)

Alma mía sola, siempre sola,
sin que nadie comprenda tu sufrimiento,
tu horrible padecer;
fingiendo una existencia siempre llena
de dicha y de placer,
de dicha y de placer...

Si yo encontrara un alma como la mía,
cuántas cosas secretas le contaría,
un alma que al mirarme sin decir nada
me lo dijese todo con su mirada.

Un alma que embriagase con suave aliento,
que al besarme sintiera lo que yo siento,
y a veces me pregunto qué pasaría
si yo encontrara un alma como la mía.


Naty Menstrual
Buenos Aires, EdM, noviembre de 2011
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Al encuestador con su encuesta debajo del sobaco, Naty Menstrual


En internet se encuentra de todo. Un día me mandaron un mail con una encuesta pedorrona, y yo no pude más que contestar educadamente, ya que soy UNA SEÑORA.
    -Mirá, disculpáme que te diga algo, no sé quién sos, pero mi tiempo vale oro en polvo, o con la edad que tengo, por un buen polvo pago con oro que es parecido, o ni loca me echo un polvo con el Negro González Oro. No sé si me explico.

    Me enfurecen esos cuestionarios de la facultad de psicología social, o psilocogía social, como se diga. Me tienen los huevos llenos. Que se los metan en el culo. Pero antes, lee esto. Que pasan cosas pasan, toda la vida pasaron, existió Jack el Destripador, Robledo Puch, el Petiso Orejudo, Charles Mason, Hitler, Mussolini, Videla, Massera, el Dr. Menguele. No me alcanzan los dedos de las manos para contarlos, ni siquiera siendo pulpo. En otras épocas se alquilaban las primeras sillas más caras, para ver cómo ahorcaban a los condenados hasta que el cuerpo sin vida quedara pendulando. O se agrupaban para ver el corte de cabeza en la guillotina. El circo romano, la esclavitud, el apartheid, las villas miseria, las putas que son manejadas x la policía y x la política, según se dice, y los políticos que se cagan en casi todo -aunque habrá algunos que no-, pero por puro estreñimiento y cero sentimiento.
    Hay muchos medios que nos llenan el marulo o la cabeza o el cerebro o la testa con que nuestro país es uno de los países más peligrosos e inseguros del mundo, y no es así. O no sé si es así, pero yo no ando todo el día pensando en eso.
    Busque en la red datos sobre los países más inseguros del mundo. Venezuela, lugar de maravillosas playas y una geografía accidentada ideal para el amante de la aventura. Pero los peligros que acechan en este país sudamericano deberían hacer que el viajero se lo piense dos veces. La tasa de asesinatos en Caracas es la más alta del mundo y la mayoría de los crímenes quedan sin resolver. La policía no entra en los vecindarios más pobres de la capital y, desde luego, son zonas por las que un extranjero no debería aventurarse. Abundan los carteristas, asaltos a mano armada, robos en habitaciones de hotel y secuestros express, por no hablar de los falsos puestos de control de la policía que instalan las bandas de criminales. Incluso el aeropuerto es conocido por ser un nido de corrupción. La situación es tan tensa en la frontera con Colombia que el propio gobierno aconseja no acercarse a menos de 80 kilómetros de la misma. Eso sí, la comida es fantástica y las olas ideales para los surfistas.
    Pasan cosas horribles, lo sé. Pero también los medios se transforman en una licuadora de sesos, para que te quedes adentro, consumas y te quedes en casa tranquilo y sobre todo, quieto. Tuve situaciones de violencia, sí, pero en comparación tuve muchos más momentos de los buenos. Pero, ¿voy a salir en los noticieros por haber tenido sexo fantástico? ¿Por haberme emborrachado con amigos en veredas hasta morir, pero de risa, con una fresca entre las piernas? Seguro que por eso no voy a salir en la tele. Porque te enamoraste como un tonto de la mujer de tu vida ¿vas a salir en la tele? Porque vos, nenota romántica, estás esperando un hijo de un gran amor que tenés al lado tuyo y baila de contento, ¿creés que por eso van a salir en la tele?
    Pasan cosas horribles y lo sé, hay asesinos y siempre los hubo, no es por desmerecer ningún hecho, no es excusar lo que pasa. Pero qué fue Hiroshima y Nagasaki, qué fueron los nazis, qué fue y es de la supremacía de la piel blanca sobre la piel negra. Te vuelvo a preguntar: ¿qué es de Hiroshima y Nagasaki? No, no son marcas de vestidos ni de zapatos.
    Hay que hacer cosas, y quizás yo lo haga desde mis dedos escribiendo, algunas saldrán mal, otras bien y algunas más o menos. Hay distintas formas de luchar, pero hay que tener ganas y fuerza. No pensar que es al pedo. No es al pedo ser buen vecino, ser buen amigo, criar bien a tus hijos si los tenés, amar a alguien, acariciar a tu perro. Peligroso es vivir, es tener hambre, es no tener sueños, es vivir necesidades de las de verdad y no las que nos crearon y siguen creando todo el tiempo.
    Es cierto: hay, hubo y habrá locos, asesinos, violadores, y madres buenas y padres buenos, y chicos que hacen lo que pueden entre mocos colgando y basureros. ¿Quién vende la droga? ¿Quién hace los mejores arreglos? ¿Quién se llena de guita de tarasca de viyuya de dinero?
    Que los putos se casan, que si no, que caiga un chaparrón. Que adoptan o no, que esto y aquello. Que tu vecina es una puta. Que el carnicero es cornudo. Qué pinta de trolo tiene el verdulero. Qué pinta de yiro la vecinita, la grande no, la del medio.
    Hay bestias, hay irracionales, y hay gente buena, gente feliz por momentos, o por un buen tiempo. Mi sobrino está aprendiendo a caminar y hoy cumplió un añito. Mis padres, mi familia en general, mis buenos amigos. La luna, el sol, las estrellas, el buen sexo, las hojas secas esparcidas por el suelo en este invierno que se está yendo, las flores que vendrán llenando todo de colores y floreciendo. Mil cosas. Hay cumpleaños de 15, casamientos, amores imposibles, amores concretos y amores inciertos. Esas medias naranja que quizás conoceremos.
    Lo sé: pasan cosas horribles todo el tiempo, pero también pasan cosas maravillosas todo el tiempo, pero no venden, no dan rating ni dinero. A veces parece que solo miran con un ojo teniendo dos, yo veo doble, o sea que tengo cuatro. Que no siembren miedo, que nos eduquen, que nos protejan, que nos ayudemos. Para buenos versos los de García Lorca, y mirá cómo terminó con sus metáforas y sus rimas. ¿ O se piensan que somos pelotudos sin cerebro? Si estudiás psicología social, levantate del diván que esta frente al televisor, limpiá mocos, pisá barro, tomá agua contaminada, comé de los basureros, no hagas encuestas al pedo.
    Hay tiempo para estar muerto, y de eso nadie se salva. Hay tiempo para estar muerto, y vaya uno a saber cuánto. Mientras tanto miremos el mundo alrededor, con atención, sin confundirnos y con ganas.

Naty Menstrual (Buenos Aires)
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Las recetas del mundo, por Naty Menstrual



Hola que tal a todos los que leen esta columna, y no vertebral. Les quiero contar que entre tanto programa de recetas, de condimentos, de platos carísimos, descubrí una mujer que es una verdadera señora del buen comer, como lo fue mi querida Perona C de Gandulfo. Ahora que lo pienso: como se dejaba dominar por ese tal Gandulfo, de dominada se ponía C de Gandulfo. ¿ La letra C de qué habrá sido? No quiero volar alto porque vamos a hablar de comida y claro, la letra C da para toda guarangada que se precie: petrona culo, petrona caderona, petrona calladita y más apelliditos con c… castratti, cachetona, calentona, y no sigo, callate lengua, no quiero hablar, como decía la gran Nini Marshall. Como más de una, Petrona sublimaba con las tortas, torta va torta viene la tenía a esa Juanita como gato en bolsa.

    Esta cocinera que acabo de ver en cable, en cambio, es realmente realista y genial, lean sus recetas y me van a venir a contar, ella es Choly Berretonga, una cocinera sin igual.
    Clases de cocina con Choly Berretonga. Hoy: pastelito de banana. Ingredientes: una banana, bien grande. Dos huevos grandes. Azúcar y harina. Señora: hoy nos comemos la banana. Qué rica la banana, cómo me gusta. Además, cuántas cosas se pueden hacer con esta fruta tropical. Sorbete, licuado, pastel, mouse, flancito…
    Tome la banana con cariño, como siempre en la cocina. No se olvide que la banana también es un ser vivo. Sufre y siente. ¿O usted no siente, señora? Y con habilidad empiece a pelarla. Disfrute de la cocina. Usted es la reina de la casa, no piense que por andar con la banana en la mano la van a mirar mal o la van a identificar con la mona chita. Libérese, siéntase única. Dese el gusto y maneje como se debe una buena banana. Ponga música. Inspírese. Distiéndase, y pele con confianza. Una vez que esté pelada la deja apoyadita en la mesada. No la mire así. Concéntrese . No se tiente. Ahora mezcle la harina los huevos y el azúcar , agarre la banana y recuerde, por ejemplo, a un novio que la haya herido. Recuérdelo así, ahora que pisa la banana bien decidida. Písela. Reviéntela. Aplástela. Después la mezcla con los ingredientes. Revuelva y revuelva como loca hasta que se haga la espumita y al horno a baño maría. En un ratito nada más va a estar a punto para que pueda comérsela con confianza. ¿Vio cómo se aprende, señora, en estas notitas culinarias? Acá, en cocina moderna para la mujer rápida. Perdón, qué tonta soy: cocina rápida para la mujer moderna. Sí, señora: cada día dentro de su casa. Cochina y fácil.


Naty Menstrual (Buenos Aires)
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Pulpo rosa de siete cabezas, por Naty Menstrual



Con el tiempo el sexo perdió el sentido. DE LO PROHIBIDO. Pasó a ser como lavarse las manos o como mear, aunque a veces, solo a veces, era como sumergirse en un mar de atardeceres… Muy pocas veces, en esos mares, algunos pocos, la habían hecho sumergirse y sentirse plena. Pero lo habían hecho, tanto en el mar… como en la mierda.
    La mierda es lo que más recordaba, sería por el simple hecho de que el olor se pega y le recordaba su presencia. Seria por eso. Solo por eso.


No solo el sexo había perdido aquel sentido. ESE SEXO. El de antes. El conocido. El más rastrero. Ahora cogía de otra manera. Y menos. Porque sí. Porque quería. Porque no quería. Por eso. Los hombres estaban tan calientes, que con tal de coger se la pasaban mintiendo, y si no, mentían porque si, mentían porque las mujeres les creían, o preferían creerles, aunque sabían. Les querían creer. Necesitaban creerles, como cuando se cree en dios, en El Gauchito Gil o en la Virgen María. Por eso. La vida era verdad… Y también era mentira. Se recostó. Quería dormir, solo dormir, tan solo eso.
    -Quien pudiera inventar un sistema de cabezas removibles- pensó en ese instante ella, cabezas intercambiables, con cierre relámpago o con abrojo, o lo que sea.

-Renueve su vida con este mágico sistema semanal de siete cabezas. Sea feliz, melancólica, positiva, o sexualmente enloquecida. Nuevo sistema de felicidad de las siete cabezas... de lunes a domingo, sea la persona que usted prefiera...

Y abrir grandes cadenas de tiendas de venta de cabezas removibles para intercambiarlas según la necesidad que se tenga. Hoy quería tener la cabeza hueca y ya, mañana la intelectual, pasado alguna depresiva y bohemia, y más tarde, quizás, una que le ordenara todo el santo día solo cantar y bailar. Sí sí… quería una así. Esa.

Se odiaba. Iba a apretar los ojos bien fuerte, para dormirse... y se dormía. Y soñaba. Y seguía. Al dormirse nunca sabía si mañana iba a estar despierta. Y seguía nadando en ese sueño… nadando y nadando, saltando olas y transformada, si, si, transformada en un gran pulpo rosa… de siete cabezas.

Naty Menstrual (Buenos Aires)
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