Como una imagen extraída de la película de Emir Kusturica, la ciudad de Sarajevo sobrevivió a la última guerra gracias un túnel bajo tierra de 800 metros de largo. Esto no es literatura ni ciencia ficción, sino la realidad histórica entre los años 1992 y 1995. Esa era la longitud de la esperanza y de la libertad del pueblo bosnio.
Sarajevo en 1992 estaba en una situación límite, sitiada, bajo un bloqueo total que la tenía sin acceso a alimentos, gasolina, electricidad y armas. Así fue como en diciembre de ese mismo año, el ejército de Bosnia y Hercegovina comenzó a planificar la construcción de un túnel clandestino que pasaría por debajo del aeropuerto, adonde llegaba la ayuda internacional, y se extendería a alguna parte de la zona libre. En la zona libre se escogió el patio de los Kolar, una valiente y comprometida familia que entregó su casa para defender la ciudad. Después de siete meses de arduo trabajo, luchando contra las inclemencias del tiempo, la falta de herramientas y los derrumbes internos, dos excavadores que avanzaban desde lados opuestos se dieron la mano en un apretón que sellaba para los ciudadanos de Sarajevo una ventana al mundo libre.
Sarajevo en esos momentos sobre la superficie era un infierno. Tanques, bombas, granadas, francotiradores, incendios, campos de concentración, funerales, matanzas en lugares públicos. Las imágenes de la televisión mundial se encargaron de retratar ese averno terrenal. Las noches eran los mejores momentos para hacer transitar personas y cargamento pesado porque los movimientos eran menos visibles para el enemigo que ya sabía de la existencia de este corredor. La circulación de personas era en una dirección a la vez y en grupos de entre veinte a mil personas, cada uno cargaba cincuenta kilos en su espalda y se demoraban dos horas en cruzar de un lado a otro. Diariamente un promedio de cuatro mil personas y veinte toneladas de material eran transportados. Pese al éxito en el transporte de heridos, armas y víveres, también hubo momento duros como cuando una granada mató a un grupo de personas que esperaba en la entrada. Pero la actividad del túnel no se detuvo, se fueron sumando funciones en su interior, gracias a una donación de cable por parte del gobierno alemán, se construyó un sistema de electricidad; después se agregaron líneas telefónicas que ampliaron las posibilidades de comunicación. Este túnel también posibilitó que personeros del gobierno y miembros del parlamento viajaran fuera del país para importantes negociaciones con la OTAN y líderes mundiales. También desde ahí se organizó un ejército de resistencia que consiguió armas, granadas, misiles anti- tanques que pudieron detener el avance de los serbios y mantener parte de la ciudad libre.
Anécdotas al interior de este corredor hay muchas, como la pareja que logró contraer matrimonio en territorio libre tras viajar en el carro que se deslizaba a toda marcha nupcial por los rieles ferroviarios. El novio y la novia vestidos en sus atuendos de boda salieron a la superficie con una sonrisa y un ramo de flores en las manos. O, la vez que el propio Presidente de Bosnia y Hercegovina, Alija Izetbegović, lo utilizó para tomar un avión con destino a La Haya. El autor del sobrecogedor diario Sarajevo Blues, Semezdin Mehmedinović, también fue un transeúnte por este espacio y comenta en su libro cómo fue una noche sumergirse bajo tierra. “Estaba retornando a la ciudad por la única vía posible: el túnel. El agua estaba filtrándose por todas partes y el barro hacía más difícil el paso por este corredor. El túnel era tan estrecho que pensé que iba a estrellarme contra las naranjas que esa anoche ingresaban a la ciudad en pequeños carros. No había suficiente aire, y me sentía tan cansado que tuve que detenerme a medio camino. No tenía la fuerza para dar un paso más pero ya había caminado lo suficiente como para no poder retroceder. Estaba listo para recostarme ahí y dejarme morir cuando vi un sitio un poco más ancho que el resto del túnel y no sé por qué me animé a seguir. Ahora pienso que ese espacio había sido hecho de ese modo para poner a un lado a los muertos, y dejar que los vivos siguieran avanzando.”
Cuando los visité, en 1997, los Kolar habían construido una nueva casa a un costado, e intentan mantener con precarias fuerzas veinte metros de este mítico túnel, con escasos recursos han construido un pequeño museo que conserva parte de la indumentaria, tiene registros de fotos y vídeos de esos días y mantiene su página web https://www.bih.net/tunel o https://www.tunel.bih.net . Sí Sarajevo pendió por años de un estrecho y precario pasadizo subterráneo que abrió un surco de nobleza y coraje en la feroz guerra de los Balcanes.
Andrea Jeftanovic (Chile / EE.UU)
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