Flavia Pantanelli ha publicado relatos en distintas antologías argentinas y extranjeras. Siempre con tonos muy diferentes, como si cada relato prefiriera andar en vez de quedarse sentado. Y esto es lo que el lector se pregunta en “Carne rota” mientras escucha a la presa inmóvil de ese perro. O mientras piensa en ese perro y en largo viaje del narrador hacia el fondo de sus ojos.
Carne rota
Turco, servime otra.
Y cómo querés que ande Turquito, todavía no puedo pisar bien del todo. Me tira la pierna, de noche me arde como el fuego. Mañana tengo que volver al puesto, todavía con la pierna inútil. Y ahí va a estar el patrón. El patrón de mierda y su perro también de mierda.
Lo calé enseguida, apenas lo vi, que ese perro era jodido. Fue al pedo decírselo a Don Julio, qué me iba a dar bola, creído, como todos los de la ciudad. No, si el patrón es mas gil con los perros que con las minas. Al menos éste no lo cornea, pero ya le bajó como tres terneros. Pedazo de perro es, para que te voy a mentir. Un ovejero como hace mucho que no se ve.
Dame otra caña, Turco. Sí. Ya sé que es la última. A ver si se me apaga un poco algo acá adentro.
Más de una vez le dije al viejo que el Rob se le estaba cebando.
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