Mi hijo me pregunta qué es enseñar. Arranco la respuesta como una maestra sin interrogantes. Le digo que enseñar es explicar a otro lo que todavía no sabe. No se me ocurre una de las mejores definiciones del diccionario: enseñar es dejar aparecer. Luego recuerdo que aprendí hace tiempo que el que sabe es el que pregunta. Mi hijo debe tener alguna versión de lo que significa enseñar. Me arrepiento de haber malentendido mi lugar y no haberle preguntado antes por esa versión.
Si hubiera podido hacerlo, le habría transmitido que tiene capacidad para crear hipótesis, que confío en eso y me interesa lo que él tiene para decir, que no sé todo, que las ideas siempre se pueden mejorar, no importa la edad, siempre quedan cosas por conocer. Se lo habría dicho sin saber que se lo decía, sin proponérmelo especialmente. Me habría comportado como el maestro ignorante de Rancière. La paradoja del maestro ignorante consiste en que el alumno aprende lo que el maestro mismo no sabe.
Lo que embrutece al pueblo, dice Rancière, no es la falta de instrucción, sino la creencia de la inferioridad de su inteligencia. El maestro ignorante es un libro que deberían leer los que vayan a ocupar algún lugar de enseñanza, es decir, todo el mundo. Es resultado del trabajo del autor en 1987, sobre las ideas de Josep Jacotot, de los comienzos del siglo XIX. Jacotot era un francés revolucionario exiliado. Era profesor de literatura en la Universidad Louvain en Bélgica y enseñaba francés sin enseñarlo. Jacques Rancière nació en Argelia, en 1940. Es filósofo, actualmente Profesor de Filosofía en la Universidad de París.
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