APUNTES

Nostalgia del estructuralismo: sobre una exclusión del lenguaje inclusivo, por Andrés Saab


Tapa histórica de la revista Barcelona
del 18 de noviembre de 2028
Desde hace algún tiempo se ha convenido en hablar del fin de las ideologías; esto se resume en la tesis: las infraestructuras no se tocan. Hacerlo es inútil, y si acaso no fuera inútil, sería peligroso. En cambio, se deben tocar las superestructuras y tocarlas tanto más resueltamente cuanto más definitivamente se haya renunciado a tocar las infraestructuras. Cambiar los nombres y los verbos es, por lo tanto, una cuestión sociopolítica esencial. Demasiado seria para ser confiada a los que saben, o simplemente a los que aman la lengua, debe ser asumida por la sociedad entera.
Jean-Claude Milner, El periplo estructural


Lo sígnico y lo simbólico

El Curso de Lingüística General (CLG, de aquí en más) puede considerarse como uno de los acontecimientos más relevantes de las ciencias humanas del siglo XX. Los ecos de su influencia, aunque quizás ya un poco lejanos para algunos, se dejan todavía sentir no solo en los ámbitos académicos, donde el eco estructural muchas veces se presenta como inefable, con una intención más peyorativa que indescifrable, sino también en el sentir de nuestras actividades cotidianas y, en especial, las más profundamente políticas. En este ámbito también el pensamiento estructural incomoda, lo que produce en muchos de los casos el desprecio estigmatizante típico de cierta suerte de esnobismo. Estas palabras van dedicadas a ese esnobismo con el propósito de poner en evidencia lo que toda nostalgia nombra: una ausencia. Aquí, la nostalgia es la de un debate acerca de la posibilidad de construir un marco verdaderamente explicativo de ciertos hechos humanos: los semiológicos.
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