El 4 de abril de 1968, Martin Luther King fue asesinado. Salió al balcón del Motel Lorranie en Memphis, Tennessee, saludó a sus seguidores y recibió un disparo en la cabeza. El 5 de abril, cuando los afroamericanos enfurecidos hicieron arder las calles de su país, James Brown tenía previsto un concierto multitudinario en el Boston Garden, el estadio ubicado en el centro político de la ciudad. Los organizadores estimaban que más de diez mil personas caminarían hacia el estadio desde los barrios negros como el Roxbury, a través del centro bancario y político de la ciudad. Cuando la noticia de la posible cancelación comenzó a circular, el concejero municipal, Thomas Atkins (quien aparece con lentes a la izquierda de la fotografía), se comunicó con el Alcalde, Kevin White (a la derecha), para encontrar una salida al estallido inminente: cancelar el espectáculo sumaría más combustible al polvorín.
La foto debió ser tomada minutos antes de que Brown saliera al escenario, durante los últimos retoques del acto político que incluiría el show; fue interrumpido en dos oportunidades fuera del programa original: una vez para que el concejero y el alcalde hablaran, otra, al término, para que bajaran en paz los espectadores que habían subido “de prepo” al escenario.
La estrategia que “salvó” a Boston de los destrozos, que las panteras negras y la comunidad afroamericana en general realizó en distintas ciudades, fue televisar el show a través de la WGBH-TV y dar un mensaje. De ese modo, menos gente concurriría al estadio y la palabra ignífuga llegaría más lejos. En el video que documenta el show completo se pueden escuchar los abucheos y silbidos que el público le ofrece a White cuando sube al escenario, también el complejo papel que asumió el padre del Funk al comprometerse con la pacificación de Boston.
Las palabras acertadas del Alcalde fueron estas, a medida que avanza se escuchan los aplausos in crescendo:
“También vine a rendir un tributo a uno de los más grandes americanos: el Dr. Martin Luther King. Hace unas pocas horas, el Dr. Martin Luther King murió para todos nosotros, negros o blancos. Vivamos juntos sin violencia y en paz. Estoy aquí esta noche como todos ustedes para escuchar a JB, pero también estoy aquí para pedirles su ayuda, estoy aquí para pedirles que estén conmigo como su alcalde, y hacer el sueño de Dr. King realidad en Boston (aplausos). Esta es nuestra ciudad y nuestro futuro está en nuestras manos, esta noche, mañana y el día que le sigue. Lo que les pido es que aquí en Boston honremos al Dr. King en paz.”
Luego, JB reafirma lo dicho y el show continúa. Su papel pacificador queda sellado al término del espectáculo cuando el desborde del público sobre el escenario amenaza con tirar todo por la borda. Un muchacho sube, un policía blanco se abalanza por delante del micrófono y lo empuja al vacío; JB interviene pidiendo que las fuerzas de seguridad no se entrometan. Suben más fanáticos al escenario, rodean a la estrella, pasan unos segundos que parecen minutos donde la imagen pierde a la pequeña figura que hacía un instante danzaba demonizada sobre las tablas, se escucha sólo la voz nerviosa de Brown pidiendo calma y, poco a poco, la consigue. La tensión baja cuando dice: “esta no es la manera, somos negros, somos negros, déjenme terminar el show” y sin esperar un minuto más, cuando logra que los muchachos bajen, arranca de nuevo con el demonio de los gritos y las vueltas del proto-funk.
Este día cambiarían muchas cosas en los Estados Unidos, la lucha por los Derechos Civiles y contra la segregación comenzaría un nuevo capítulo y también, junto a ella, cambiaría la música negra de ese país. Incursiones en la defensa de esos derechos por parte de la música popular había habido en distintas oportunidades, al menos desde “A Change is Gonna Come” (1964) de Sam Cooke; la canción que ese monstruo del soul, muerto tan joven, había escrito tras escuchar y fascinarse con “Blowing in the Wind” (1963). “Respect” (1965), de Otis Redding también fue interpretada como “canción protesta” luego releída de otro modo cuando dos años después Aretha Franklin se la apropió para referirse a los golpes y maltratos de su pareja.
La historia de las canciones que acompañaron el cambio (este compilado CD1 y CD2 reúne 40 temas) es larga y es probable que no haya terminado. La bisagra que implica el show de JB en el Boston Garden modifica el nivel de radicalidad en los versos, el nacimiento del nuevo “funk protesta”. Cuatro meses más tarde grabó uno de los himnos del Black Power “Say It Loud – I´m Black I´m Proud” leído por algunos críticos como una respuesta a los cuestionamientos de las panteras negras tras la intervención de JB en las jornadas de protesta posteriores a la muerte de Martin Luter King, una suerte de afirmación del compromiso con los suyos que le valió una importante caída en las ventas del público blanco. Para que el mercado aceptara a un negro orgulloso faltaban muchos años.
Las formaciones de Funk que siguieron, Slyde and de Family Stone, la banda de San Francisco integrada por negros y blancos que pedía bailar al ritmo de la música durante el verano del amor; The Temptations, de Detroit y Parliament o el mismo Stevie Wonder hablarían más claro de los asuntos políticos.
The Temptations en “Ball of confusión” cantaban: “Gente saliendo, gente entrando, y todo por el color de su piel. Corre, corre, corre, pero seguro no te vas a poder ocultar. Ojo por ojo, diente por diente (…) Cuando el único que habla de amar a tus hermanos es el predicador, y parece que nadie quiere aprender salvo el maestro. Escúchame: segregación, determinación, manifestación, integración, humillación. Una bola de confusión, eso es lo que es el mundo hoy”.
Stevie Wonder también en Motown grabaría “Living For The City”, la historia del chico que nace en el duro Mississippe. Luego Parliament, el grupo de George Clinton y Bootsy Collins, llevaría las cosas a un nuevo terreno al mezclar el Funk con la psicodelia bajo un mensaje donde la denuncia se traduce en fiesta. En la entrevista de Bootsy Collins incluida en el documental Soul Deep (2005) de la BBC sobre la música negra en los Estados Unidos define la búsqueda de Parliament de la siguiente manera:
“Tuvimos la oportunidad de reírnos de todo y de pasarlo bien. En lugar de agobiar a la gente con todos los problemas que teníamos, problemas que estaban por todas partes. Había tantos que no era nada divertido. Vamos a reírnos de todo esto.”
En 1976 Clinton planeó un show con el que irían de gira por las distintas ciudades que empezaba con el descenso de una enorme nave espacial que venía de otro planeta a traer el Funk y la cura de la música para los problemas de este mundo. De la nave bajaba el Dr. Funkenstein para dar inicio a sesiones musicales de decenas de músicos sin pausas, sin jefes, sin jerarquías en una suerte de rituales donde traían al presente los sueños de libertad futura de las comunidades afroamericanas.
Pablo Luzuriaga (Buenos Aires)
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