No todo el polvo viene del polvo.
Ahora yo podría sentarme a esperar: escuchar el aullido de los perros de caza, la respiración sibilante de lo que tejen los sueños, escuchar al viento que se detiene, y se detiene, y cesa.
Sacar una foto de una foto de una foto.
Sentarme en el pasto, mojarme los pies, beber una copa de lo que fuera.
Quitarme la ropa. Tirar mi sombrero al vacío.
Rezar, si supiera cómo hacerlo. Esperar, si supiera. Morir.
No hay razón para que no pase el tiempo.
José María Brindisi
Buenos Aires, EdM, mayo 2013
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