“–Para mí el mejor modo de leer literatura es leer el canon desde al anticanon o desde lo que no fue canonizado. Porque por lo general se lee desde el canon con los valores que han constituido el canon. ¿Cuáles son las premisas con las cuales leo? Primero, libertad absoluta de lectura que se basa en que uno lee lo que quiere leer. La segunda premisa es la de conectividad total. Eso suscita ciertos problemas porque la gente tiene muy interiorizada la idea de la autonomía de la literatura y su relación con un afuera en base a mediaciones. En general me dicen: “¿cómo, vos no usás la categoría de mediaciones?”. La autonomización de la literatura implica ciertos cierres de los textos sobre sí mismos que es una historia que avanza hasta el presente y cuya culminación es Borges. La mediación sería cualquier tipo de elemento que te permite relacionar una cosa con otra. Por ejemplo vos querés relacionar la literatura con la economía, con la política o con la sociedad y como son esferas diferentes necesitás elementos mediadores. El autor podría ser un mediador. De hecho en un cierto marxismo ortodoxo lo fue. Cuando trabajé sobre ciertos textos de 2000 en el Rojas (Centro Cultural Rojas, UBA), para evitar la idea de 2000 utópico y futurista pensé ese 2000 mítico como presente y aun como pasado. Yo digo: un presente es un cruce de temporalidades distintas, pasados diferentes, imágenes del futuro. Yo no trabajo con mediaciones, pero, si querés, ahí tenés un caso de mediación: los textos se relacionan con una realidad cultural por intermedio de sus temporalidades. En ese sentido yo he leído a Deleuze y soy rizomática. O sea, creo que es mucho más productivo analizar cadenas, redes, genealogías e ir siguiéndolas hasta donde den, sin pensar en categorías restrictivas como la de autor, etc.”
Tomado de la entrevista realizada por María Moreno, “El lugar de la resistencia”, Página 12, 2001
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