Yo estoy ahí y saco la foto. Todo empieza
con los asistentes esperando a la luz de la luna y las estrellas
hasta que de pronto entra el novio con un sobretodo negro,
manos en los bolsillos, el sombrero de alas anchas
que hace sombra sobre sus ojos cerrados y su padre
llevándolo del brazo izquierdo y su futuro suegro del derecho:
ambos con una lámpara de cebo cuya luz los guía en medio
de la penumbra hasta llegar a la jupá.
El novio queda ahí solo con el sombrero que aún esconde
parte del rostro, con su cuerpo que se inclina de adelante
hacia atrás y viceversa. Yo estoy ahí y quedo prendido
de la escena, no puedo salirme y sin poder evitarlo me abalanzo
y me pongo casi cara a cara, soy un testigo privilegiado,
no puedo dejar de mirarlo: hay un punto donde él está
de negro para que lo observe en esa oscuridad móvil
de donde sale y entra como si sólo un invisible
telón nos separara. ¿Por qué no puedo sacar
mis ojos de sus ojos cerrados? El murmullo
de esos cánticos en un idioma antiguo con un tono
extraño por momentos me aletarga por momentos
me anima a seguir allí como si hubiera una suspensión
natural del paso del tiempo.
Yaki Setton (Buenos Aires)
Imprimir
No hay comentarios:
Publicar un comentario