APUNTES

Injurias, por Viviana Lysyj


"En Francia, las injurias más abrumadoras datan de Voltaire y terminan con De Gaulle", constata Pierre Chalmin, el autor de un diccionario de injurias literarias de más de 700 páginas que aparecerá en Francia el 23 de septiembre. Los extractos de anticipo son absolutamente sabrosos y confirman que en todas las épocas los escritores se odiaron por diversos motivos, pero sobre todo por disidencias estéticas irreconciliables. Algo que hoy se disimula por diferentes conveniencias -¡todas las puertas que se nos cierran si criticamos a ciertos autores con poder!- pero que sigue latente y a punto de explotar como un territorio minado. Miren lo que escribe Paul Claudel acerca de André Gide: "Muerte de André Gide: la moral gana mucho y la literatura no pierde gran cosa" (vale aclarar que Gide también dijo cosas terribles de Claudel) o Jean Renoir sobre Céline: "Monsieur Céline me recuerda a una dama que tuviese dificultades periódicas, esto le provoca dolor de vientre, entonces grita y acusa a su marido. La fuerza de sus chillidos y lo licencioso de su lenguaje divierten la primera vez; la segunda vez, uno bosteza un poco; las siguientes veces, uno se las toma y la deja gritando sola". Para Henry Miller, Proust nunca va al grano: "Proust explica demasiado -para mi gusto-: 300 páginas para hacernos entender que Tutur se encama con Tatave es demasiado...".
    Las entradas de este imperdible diccionario se caracterizan por tres principios: 1) la notoriedad del injuriado, 2) la calidad de aquel que injuria y 3) el carácter excesivo, humorístico, o de una total mala fe del insulto.
    El título original del diccionario: "Cerrá la boca, Bukowski! Diccionario de injurias literarias" proviene de una anécdota acontecida el 22 de septiembre de 1978 en el estudio de televisión de "Apostrophes", el célebre ciclo de Bernard Pivot que en aquella ocasión recibiera a Bukowski. Parece que este último se vació dos botellas de vino durante la emisión y empezó a portarse mal, por lo cual Cavanna, otro autor invitado le espetó: "Bukowski, ta gueule! Je vais te foutre mon poing sur ta gueule!" que, traducido, sería algo así como "cerrá el pico o te voy a dar un puñetazo en la jeta!". Al final del programa Bukowski confesó que le había resultado insoportable toda esa cosa intelectual, vanidosa, discursiva, y que no encontró otro modo de tolerarlo que llenándose de alcohol.
    Según Chalmin, hoy se insulta de otro modo: callándose uno la boca, o conspirando con silencios. Ya no es época de duelos sangrientos sino de ese zumbido incesante de internet que amplifica todo como un eco. Pero cómo no extrañar frases como ésta de Salvador Dalí sobre Aragon: "tanto y tanto arribismo para arribar a tan poco!" o la feroz parrafada de los hermanos Goncourt sobre el poeta Verlaine: "maldición sobre ese Verlaine, sobre ese borrachín, ese pederasta, ese asesino, ese boludazo atravesado cada tanto por miedos del infierno que lo hacen cagarse en los calzones, maldición sobre ese gran pervertidor que, por su talento, ha hecho escuela entre la juventud letrada con todos los malos apetitos, con todos los gustos antinaturales, con todo lo que es asco y horror!". Otro tanto se explaya Witold Gombrowicz sobre Tchaikowski: "su obra desprende un olor insoportable, mezcla de insignificancia y de cosa superada, cosa muerta, enterrada, luego inflada artificialmente, melodías mediocres, ya perimidas". Y un tal Renard dice de George Sand que es "la vaca bretona de la literatura" (al traducir caigo en la cuenta de que "renard" en francés significa "zorro", con lo cual hay que ver quién es más animal, si el injuriado o el injuriante).
    En fin, en esta época de consenso blando no viene mal la lectura de frases viscerales. Ojalá a alguien se le ocurra un diccionario de injurias argentinas.

Viviana Lysyj (Buenos Aires)
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