En junio de 2006, Markus Schumacher, estudiante de Prehistoria de la Universidad de Tubinga, excavando junto a un grupo de 15 especialistas en la gruta Vogelherdhöhle encontró una pieza, por demás significativa: un mamut de 3, 7 cm tallado en marfil. Se trata de la “obra de arte” más antigua de la historia, ya que se remonta a unos 35.000 años; es decir, 20.000 más añeja que el bisonte de las cuevas de Altamira y 10.000 de la Venus Willendorf.
Siguiendo los normas científicas y académicas, el descubrimiento fue dado a publicidad un año después (ver J.Comas en El País, 24-6-2007), dando tiempo a la verificación de los datos. En efecto: los hombres de Cromañón, quienes poblaron esa región en el paleolítico, fueron los hacedores de esa pieza, que sorprende por el exquisito detalle puesto en la representación de detalles.
En los trabajos arqueológicos en la cueva participan hoy en día, y con carácter ad honorem, estudiantes y especialistas de distintas partes del mundo, quienes reciben a cambio sólo alojamiento y comida. Llevan examinados algo más de 80 metros cúbicos, y reconocen que aún falta bastante y que podrían toparse con nuevos hallazgos sorprendentes.
Las excavaciones en la cueva se remontan a los años 30 del siglo XX. El arqueólogo Gustave Riek encontró por entonces trozos de figuras de mamut y caballos salvajes; jamás una pieza completa. Al servicio del nazismo, el arqueólogo Riek, que contaba con la protección del jefe de las SS, Heinrich Himmler, llegaría a ser nombrado director del campo de concentración de Hinzert entre 1940-1; finalizada la guerra se esfumó y reapareció, en 1956, como catedrático de Arquelogía Prehistórica en Tubinga hasta su jubilación en 1968.
En los últimos meses de 2010 otra noticia colocó en el centro de la escena al mamut. Al menos, a ellos. El científico japonés Niochi Tsutsui se encuentra trabajando en la clonación de un mamut. Hurga entre los fósiles conservados para extraer de ellos el ADN del mamut que habría de insertar en el embrión de un elefante indio. Habrá que esperar unos 50 años para obtener la clonación del mamut en un 88 %. La experiencia parece remedar los intentos de Parque Jurásico, aunque por lo visto pocos tienen presentes las intervenciones -en la versión de Spielberg estuvo más acotada que en la novela- del matemático especialista en la Teoría del Caos. Porque no hay posibilidad de controlar la vida por completo, la vida conlleva una dosis irreductible de azar que se sobrepone a cualquier encierro. Lo impredecible no puede ser advertido en las huellas de ADN y, sin embargo, es la especificidad misma de la vida. Lo impredecible es la resistencia vital capaz de sobrevivir a las más sofisticadas tecnologías de la muerte y las fantasías de resurrección. Sin duda que hasta los dinosaurios lo saben; lo que hacen es ensayar el asombro para intentarlo adormecerlo.
Anselmo Parino (Mar del Plata / Montevideo)
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