APUNTES

El mensaje de los cuerpos. Entrevista a Ricardo Guichon, por Alcides Rodríguez


El Dr. Ricardo Guichon es director del Laboratorio de ecología evolutiva humana de Quequén (Pcia. de Bs. As.). También es investigador independiente en Antropología Biológica en el CONICET y docente e investigador por la FACSO, la UNCPBA y la UNMDP. Ha participado y sigue participando en diversas campañas arqueológicas, interesado fundamentalmente en el estudio de los restos humanos del pasado.

¿Qué es lo que ustedes investigan en los restos humanos del pasado?

Nuestro trabajo apunta a tratar de explicar los cambios en la salud y formas de vida de las poblaciones originarias de la Patagonia Austral. Nos interesan especialmente los cambios vinculados a la llegada de los europeos; de cómo ese hecho modificó la vida y la salud de estas poblaciones, además de la gran mortandad que produjo. De la misma manera que hoy nos preocupa saber cómo se transmiten las enfermedades y se expanden las epidemias aquí y allá, mirar un poco en el pasado también nos puede ayudar a entender algunas cuestiones sobre cómo se producen las dispersiones de enfermedades o a conocer más sobre la historia de algunas enfermedades o problemas de salud. Necesitamos información acerca de lo que estaba pasando con la salud antes de que llegaran los europeos, y qué pasó después de su llegada. Fue un proceso heterogéneo, sujeto a muchas variaciones, desde el siglo XVI hasta finales del siglo XIX y principios del XX. Trabajamos con información provista fundamentalmente por restos humanos y otros registros arqueológicos e históricos. Trabajar sobre restos humanos es siempre un tema muy sensible y delicado, que se relaciona con el hecho de cómo tratamos nosotros a nuestros muertos y qué decidimos sobre ellos. En principio, una de las primeras cosas que nos preocupan es el tema del respeto y la conservación de los cuerpos. Para ello es necesario mucho diálogo y poder llegar a acuerdos con las comunidades originarias.


¿Han sido fructíferos estos acuerdos?

Si. En Puerto Santa Cruz se votó y se aprobó en diciembre de 2009 una ordenanza municipal, la 169, que implicó una restitución de los restos estudiados a las comunidades, y la generación de un espacio en común para trabajar temas de discriminación. El proyecto es levantar un mausoleo con condiciones de conservación para depositar los restos. Es importante que haya sido posible esta amalgama de intereses, buscando entre todos una situación de respeto mayor para los restos humanos. Es tiempos en donde los archivos y los registros del pasado suelen perderse, encontrar actitudes de compromiso y cuidado del patrimonio no resulta nada sencillo. En este caso se está generando una situación de control social que abre vías de trabajo para muchos otros espacios en donde la ciudadanía interesada en el pasado, como en este caso, pueda construir acuerdos entre todos para cuidar nuestro patrimonio. Otro sitio en donde estamos trabajando, el cementerio de de la misión salesiana de Tierra del Fuego, está declarado monumento histórico nacional. Allí el tema de la conservación es siempre delicado; es un cementerio que está en riesgo, a sufrido vandalismo, profanación de tumbas…

Teniendo en cuenta que en estas tumbas no incluyen restos arqueológicos de valor, ¿cuáles pueden ser las causas de estas profanaciones?

Hay quienes buscan los restos para hacer rituales y ceremonias ligadas a prácticas esotéricas y mágicas. Pensando en la protección, las hermanas salesianas nos pidieron excavar los restos de sus hermanas que estaban en el cementerio para trasladarlas. Fue casi como una situación de restitución a sus familiares, ya que fueron las primeras salesianas que estuvieron allá. De hecho teníamos fotos de ellas. Estuvieron presentes mientras nosotros excavábamos; fue realmente muy emotivo, como también lo fue el traslado de los restos a la capilla de su escuela en Río Grande, en un espacio que tiene también condiciones de conservación, en cajas libres de ácidos. Una vez más en un marco de respeto y acuerdos, nos autorizaron a estudiarlas antes de que fueran depositadas allí, y ellas pudieron saber más de cómo había sido su vida; de alguna manera volvieron a hablar sobre la vida de ellas en el pasado.

¿Cómo se lee la información que puede dar un cuerpo humano de otros siglos?

En principio, lo fundamental es tener todos los permisos necesarios y el apoyo de un proyecto de investigación. Nosotros trabajamos con restos humanos de pueblos originarios y no originarios, porque los problemas de salud afectaron a todos. Se plantean proyectos de investigación para excavar o, en algunos casos, para realizar salvatajes, porque en muchos casos estamos trabajando sobre zonas de alta erosión, como es el caso de toda la costa patagónica, que expone tanto restos arqueológicos como humanos. Entonces la opción es: o rescatás, o la evidencia se pierde. Pero lo más importante es tener preguntas previas. Si las excavaciones de alguna manera implican destrucción entonces hay que tomar decisiones sobre en qué casos y para qué se va a excavar, y qué preguntas son las que se van a formular. En este sentido es importante contar con otros registros. Por ejemplo, en el cementerio de la antigua misión salesiana de Río Grande hay documentación histórica. Allí hay una doctoranda de nuestro equipo, Romina Casali, de la Universidad de Mar del Plata, que está trabajando sobre las actas de defunción y los libros misionales. En base a algunos de los resultados de este trabajo pudieron aparecer hipótesis acerca de qué es lo que queríamos ver en los huesos. En principio necesitábamos conocer el sexo de las personas que estaban enterradas en el sector que estábamos excavando. La determinación de sexo y edad con los huesos tiene sus problemas; de la misma manera que uno consulta al médico y éste hace un diagnóstico aproximado, hay que imaginar que con los huesos también hay aproximaciones. Con juveniles y niños hay muchas dificultades para establecer sexo y edad; con los adultos es un poco más fácil. Desde luego que hay técnicas mucho más certeras, como el uso del ADN para el sexo, pero el problema es que son costosas. También hay que descubrir las diferentes lesiones. Las descripciones deben ser lo más “objetivas” posibles, porque la interpretación de cuáles pueden ser las causas de esas lesiones pueden ser muchas. A partir de ellas deben poder pensarse otros diagnósticos posibles, en diagnósticos diferenciales.

¿Cuáles son las lesiones o las enfermedades más frecuentes?

En general nosotros trabajamos con grupos de enfermedades. Hablamos de enfermedades infecciosas, de conjuntos de enfermedades tumorales, de problemas que tienen que ver con la cuestión metabólico-nutricional. Pocas veces se puede trabajar sobre una enfermedad concreta, porque las enfermedades pudieron haber sido otras, distintas a las de ahora.

¿Han trabajado sobre algún caso concreto?

Sí. Uno de los temas interesantes que estamos trabajando ahora es el de la tuberculosis. La tuberculosis, que es muy antigua, es una de las enfermedades que más gente está matando en el mundo en este momento. En el caso americano se pensó durante mucho tiempo que la habían traído los europeos. En los años setenta y ochenta se comenzaron a hacer estudios tanto morfológicos como moleculares, y en la zona del Perú y norte de Chile se ubicaron momias precolombinas con tuberculosis. No teníamos información sobre otros casos de tuberculosis más allá del norte de Chile y de Perú, pero hace dos años en Tierra del Fuego, del lado de Chile, apareció un caso. Florence Constantinescu, la investigadora que lo presentó, sugería por estudios morfológicos que podía ser un caso de tuberculosis. Es un caso excepcional, porque la tuberculosis es una enfermedad que solo en un 5 % de los casos llega a los huesos; en general afecta a tejidos blandos. Nos pusimos en contacto con el Dr. Conrado Rodríguez Marín, un experto español, y con la Dra. Wistra, una autoridad en la materia, de los EE. UU., y logramos hacer el ADN de estos restos, confirmando que se trataba de tuberculosis. Luego hicimos la prueba del carbono 14 y obtuvimos una fecha ubicada entre el siglo XIV y el XV. La evidencia apoya con fuerza la posibilidad de que el caso sea anterior a la llegada de los europeos, aunque no se debe descartar algún viaje no registrado. Este caso, junto a otros datos de posible tuberculosis en Santa Cruz y los casos de la misión salesiana que hemos investigado, está planteando un escenario muy complejo y de varios siglos para la epidemiología de la enfermedad. A todo esto hay que agregarle un nuevo ingrediente que es el tema del origen de estas tuberculosis. No hace mucho tiempo apareció una especie de tuberculosis transmisible a humanos en lobos marinos en oceanarios del hemisferio sur. Esto plantea cuál es la antigüedad de esa tuberculosis en lobos marinos, y plantea un escenario de posible vector de transmisión de la enfermedad a los humanos. Presentamos un proyecto al CONICET conjuntamente con biólogos marinos y con veterinarios para investigarlo. Sumado a eso también hay algunas evidencias de tuberculosis en camélidos. Es otra de las vías a explorar en los próximos años; hay que revisar colecciones zooarqueológicas que reúnen la fauna consumida por poblaciones indígenas que estuvieron sobre la costa patagónica.

¿Qué otros datos suelen arrojar los huesos?

Junto a las buenas descripciones y a las hipótesis diagnósticas, también se hacen estudios complementarios, como se haría con cualquier persona viva, como radiografías, tomografías, densitometrías, y algunos otros tipos de análisis como son los isótopos estables. Los isótopos estables es una técnica que permite conocer información sobre la dieta que el individuo consumió en relación a la vía fotosintética que siguieron los recursos. Los recursos del mar tienen una vía fotosintética distinta, que deja en los restos óseos una señal casi siempre distinta a la de los recursos terrestres. En base a esto lo que estamos discutiendo es cuál fue el lugar de los cambios en la dieta en la misión salesiana de Río Grande a partir de la información histórica que hay, para poder contrastarlo con otras líneas de dirección. En realidad trabajar con los cuerpos es como una cuestión de detective, en donde en la confirmación de cualquier hipótesis se trata de cruzar distintas líneas de evidencia. La certeza absoluta es muy difícil. Nosotros tenemos que aceptar que el grado de resolución que nos pueden dar determinados lugares donde preguntar. El mayor desafío es hacer preguntas que puedan ser contestadas con el grado de resolución que determinado tipo de evidencia nos puede dar.

Uno de los sitios en los que han trabajado es la mítica ciudad fundada por Pedro Sarmiento de Gamboa en la zona del Estrecho de Magallanes. ¿Cómo fue esa experiencia?

En 2003 la Dra. María Ximena Senatore, del CONICET, inició trabajos en búsqueda de la antigua ciudad Nombre de Jesús, fundada por Sarmiento de Gamboa en 1584, y que tiene que ver con la protección que Felipe II planeó para el estrecho de Magallanes ante la presencia de piratas ingleses como Francis Drake. La experiencia fue un trágico fracaso. Se fundaron dos ciudades: Rey Felipe, rebautizada puerto Hambre por los ingleses, de ubicación conocida en el lado chileno, y Nombre de Jesús, cuya ubicación no estaba clara. Cuando la Dra. Senatore encontró el enterratorio de la ciudad, nos convocó para colaborar en el estudio de los restos. Participamos en tres campañas en donde se recuperaron cinco esqueletos, que están generando información interesante sobre los primeros españoles que vivieron allí. Según las evidencias que surgen a partir de tomografías, densitometrías y radiografías, hubo fuertes deficiencias nutricionales; fue gente que padeció problemas de alimentación y que incluso llegó a alimentarse de los minerales que estaban en los huesos.

O sea que esa gente la pasó realmente mal.

Sí, la paso muy mal. Ahora estamos analizando los resultados de los isótopos estables para ver si estaban consumiendo dietas distintas a las de las comunidades indígenas de la misma zona. Todavía lo estamos evaluando.

¿Qué otras cosas aparecieron junto a los cuerpos del enterratorio de Nombre de Jesús?

En uno de los cuerpos apareció una moneda, que sirvió para la identificación del lugar. También una cerámica y un pedazo de metal, probablemente un escudo, que en los registros escritos aparecen como el tipo de evidencia que se asocia a algunos enterratorios de ese momento. El momento en el que aparecieron estos objetos fue muy emocionante; todos lloramos. Todo esto corrobora justamente lo que te decía antes: la información histórica ayuda a generar hipótesis; cuando vas a excavar sitios como éste, encontrás cosas que te permiten discutir la evidencia arqueológica.

Alcides Rodríguez (Buenos Aires)
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