1.
mamá me dice a mí
“mamita”: me ama mamá,
cuando no sé cómo
hacerle olvidar el futuro
y le digo “pero mamá”,
y es todo, esa objeción en
medio de la vida que el lenguaje
alcanza a la boca:
“pero mamá”, le digo y la beso
con eso, la beso
2.
proliferar se ha vuelto
una frase, las volutas del
deseo de proliferar en mí misma,
las punzantes intenciones
se disuelven en accidentes
mentales, circunvoluciones
en desuso, el cuerpo vivo
de las ideas muertas frente a mí
3.
mi madre ha decidido
su pequeñez, en cambio,
en un proliferar conciso,
no manifestado como voluntad
en extensión: ella ve el hueco,
ve el fondo, pide levitar
5.
mamá y papá le hacen un agujero en la frente
al magma que los cerca: con delicadeza
cuidamos que la densidad del crimen no supere
su acto de justicia, cometemos errores todo
el tiempo, como un trabajo obtuso realizado
a conciencia: equivocar, equivocarse, equivocarnos,
mientras ellos sostienen con cerrada tristeza
su cabeza, dilatan el margen, hacen
sus operaciones, inventan
equilibrio, más allá del bien y del mal
Serie Materna II
1.
no lo que la lengua habla
sino la lengua en su rosada
carne, vulva de otra cavidad,
no las delicias de la lengua
en su sonora luminosidad
de hacerse agua,
no el sentido en la palabra
sino ese instrumento de
felicidad ardiendo dentro,
córnea de lo invisible
al tacto ciego,
no el pacto de entender
sino la comprensión mordida
hasta hacer sangre
y ver cómo
la letra entra entera,
no lo que la lengua quiere
decir en tanto hiere o adhiere,
sino la lengua en su poca
materialidad de madre
en el parto caliente de la boca
Serie Negra
1.
He descubierto una rama de odio
en la magnolia del parquecito:
no es de nadie el árbol, el paseo,
el descubrimiento.
De quién es el odio?
Ama la magnolia su brote,
su rama que estalla a punto
de floración bella y blanca?
Qué estupor ver esa especie
creciendo, su inocencia
aparente en la forma de
encarnar,
qué deseo de un
alerta a los sentados, los solos,
los amantes de la sombra,
decir: cuidado allí, cuidado así
yo misma asustada
todavía, conjeturando sobre
modos sorpresivos de proliferación
de un sentimiento
en el reflejo del cristal que el hielo deja
en el tapiz, el musgo en la terraza,
dentro del poso de la taza de café,
hay un odio que crece para alguien
en el cuajo de leche y en la cepa
del vino y en el hilo de coser
puede haber odio.
Camino hacia la zona de luz,
salgo del bosque casi artificial,
de utilería los bancos en la grava,
llevo la rama
pesada, todo lo que miro
se enturbia en el agobio
del recuerdo de un árbol.
Mala semilla durmiendo
entre nosotros, para siempre burlados
en la idea de un Jardín.
2.
Hay una vanidad del sufrimiento y una
vanidad de la tristeza:
vierte desconsuelo de distinto
calibre producir hilachas
segadas en hiladas que van
pudriéndose,
rostros de lo que sucumbió
a montañas en escombro,
hilos de hule en el manto
quebrado de toda protección
en hilachas, la sed de aguas
servidas, husos que no
sobrevivieron
a intención de usar
ni a impulsos de huir,
pérdida tras un sueño, hilachas
tempestad para hacer rescoldo y coser
el miedo al odio, rostros.
1.
no lo que la lengua habla
sino la lengua en su rosada
carne, vulva de otra cavidad,
no las delicias de la lengua
en su sonora luminosidad
de hacerse agua,
no el sentido en la palabra
sino ese instrumento de
felicidad ardiendo dentro,
córnea de lo invisible
al tacto ciego,
no el pacto de entender
sino la comprensión mordida
hasta hacer sangre
y ver cómo
la letra entra entera,
no lo que la lengua quiere
decir en tanto hiere o adhiere,
sino la lengua en su poca
materialidad de madre
en el parto caliente de la boca
Serie Negra
1.
He descubierto una rama de odio
en la magnolia del parquecito:
no es de nadie el árbol, el paseo,
el descubrimiento.
De quién es el odio?
Ama la magnolia su brote,
su rama que estalla a punto
de floración bella y blanca?
Qué estupor ver esa especie
creciendo, su inocencia
aparente en la forma de
encarnar,
qué deseo de un
alerta a los sentados, los solos,
los amantes de la sombra,
decir: cuidado allí, cuidado así
yo misma asustada
todavía, conjeturando sobre
modos sorpresivos de proliferación
de un sentimiento
en el reflejo del cristal que el hielo deja
en el tapiz, el musgo en la terraza,
dentro del poso de la taza de café,
hay un odio que crece para alguien
en el cuajo de leche y en la cepa
del vino y en el hilo de coser
puede haber odio.
Camino hacia la zona de luz,
salgo del bosque casi artificial,
de utilería los bancos en la grava,
llevo la rama
pesada, todo lo que miro
se enturbia en el agobio
del recuerdo de un árbol.
Mala semilla durmiendo
entre nosotros, para siempre burlados
en la idea de un Jardín.
2.
Hay una vanidad del sufrimiento y una
vanidad de la tristeza:
vierte desconsuelo de distinto
calibre producir hilachas
segadas en hiladas que van
pudriéndose,
rostros de lo que sucumbió
a montañas en escombro,
hilos de hule en el manto
quebrado de toda protección
en hilachas, la sed de aguas
servidas, husos que no
sobrevivieron
a intención de usar
ni a impulsos de huir,
pérdida tras un sueño, hilachas
tempestad para hacer rescoldo y coser
el miedo al odio, rostros.
3.
Fin de fiesta:
el universo
como cantera de muertes
prematuras,
mal
olor a la mala conciencia,
de la historia singular
fosas plurales,
en lo que el grito no se oye,
la risa vaga por el reir de la tierra:
y esas miradas que actúan
lejos de la pregunta por el origen:
dónde empezó, qué error, en qué
larva inacabable ha tenido lugar?
4.
Fiesta:
esto que apresura la penumbra no es un movimiento natural determinado por la hora, el sol, las nubes, cierto aire de tormenta: es la aflicción que vuelve y no tiene forma ni sonido, el derrumbe o derrame de sentidos que imaginé más fuertes que la pena de los hechos: actos pequeños, feroces, como de niños sin inocencia.
He disfrutado del poder de poder: asqueada me escucho gritar y me padezco ante el oído ciego de lo hermanado que se desgarra.
¿qué importa lo que se dijo allí, contrastado en el ojo de un suceder público y secreto, sus signos reptantes, su incontinencia mordaz?
Lo que se dijo no es mayor que lo que se hizo.
Alcanzar la calma, aceptar un vacío: limpiar un espacio en el pasaje de las emociones: escuchar un silencio como ideas líquidas que cavan el pensar, aceptar un vacío y ver con estupor que no hay vacío, hay aflicción.
Liliana Lukin,
Buenos Aires, EdM, octubre 2012
2 comentarios:
Excelente entrega - palabra que aloja efectos de lectura- de "la" Escritores del mundo de noviembre.
Magníficos los poemas de Lukin. Inteligentísimo Vitagliano. Precioso el texto de A. Rodríguez, acompañado de minué. Cada texto ha traído lo suyo y, en el conjunto, resplandece. Saludos. Gracias.
Liliana Lukin es impecable.
Qué gusto leer esta serie.
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