La Argentina de adentro y la Argentina de afuera. Una es la que vivimos , otra la que imaginan quienes salieron por Ezeiza (o un paso de frontera). Existe, incluso, la Argentina que desde adentro imaginamos vista de afuera, ¿seremos “un ejemplo para afrontar la actual crisis del mundo” o “la peor expresión del `autoritarismo´ al estilo chavista”? Menos común es dar con el espécimen enunciativo de la argentina que desde adentro es imaginada como vista de afuera pero mirando hacia adentro, quizás podríamos reunir a Groussac con Daniel James o a Gombrowicz con A. Rouquié para dar con esa rara avis. Experimento, el de extrañar la mirada, que comparte el sentido del exilio. La frase de las dos argentinas es de hecho el título de un artículo escrito por Héctor Schmucler en la mejor y más importante revista de los intelectuales exiliados durante la última dictadura, como fueron los trece números de Controversia y aquel publicado en verano, febrero del ochenta.
El intento (imposible) de mirar desde afuera como si se estuviese adentro, mirando para adentro. La literatura argentina de esa década encontró aún, en ese experimento modernista, una fuente poderosa de percepción. El caso de Piglia es explícito, en sus lecturas críticas y reflexiones teóricas, ocupa el exilio un lugar destacado; pero fue Saer quien dio a pensar que quizás no era tan imposible eso de mirar desde afuera como si se estuviera adentro. Las fronteras son hoy más porosas que antes, no quiere decir esto que no existan, sino que la experiencia de entrar y salir del país es bien distinta: hay españoles que vienen buscando empleo.
En el mismo número de Controversia, y en diálogo con el artículo del Toto Schmucler, fue publicado “El privilegio del exilio”, Rodolfo Terragno, en pocas líneas, cuestionó a las víctimas del destierro que creían estar peor que los que vivían en nuestro país. Ambos escritos fueron motivados por la primera Conferencia Internacional sobre Exilio y Solidaridad en América Latina en los años setenta, que tuvo lugar en Venezuela. Cinco años después, Terragno publicó un libro que sería bestseller: La Argentina del Siglo 21. Según cuenta en un prólogo reciente, el país que imaginó hacia el futuro estaba impregnado de “primavera democrática”, pero había sido pensado a partir del debate sobre el exilio: una suerte de duelo intelectual que le propuso a Osvaldo Bayer a quien su artículo le había causado una “gran desazón y tristeza”. Lo retó a “bocetar futuros aprovechando las perspectivas que otorgan las distancias”. Imaginar argentinas posibles.
El libro de Terragno fue citado un año más tarde cuando en mayo de 1986 el Banco de la Provincia de Buenos Aires organizó dos paneles para que intelectuales argentinos debatieran sobre el proyecto del traslado de la Capital Federal a Viedma-Patagones. El director del Banco era Aldo Ferrer; quien moderó las mesas y luego publicó todas las intervenciones en un número especial de Todo es historia fue Félix Luna. “Advertencias del pasado” y “perspectivas de futuro”, fueron los títulos de sendos paneles. En la primera mesa hubo más “advertencias” de 1880 que del inmediato pasado, Natalio Botana fue el único que mencionó, tras varios giros, “al sistema de dominación autoritaria que se sobreimpuso durante tantos años al orden constitucional”, siendo esa la única alusión a la dictadura. Roberto Alemann, ex ministro durante el terrorismo de Estado, fue el primero en hablar y el único que se opuso por completo al proyecto. Entre las perspectivas del futuro, fueron dichas las de Horacio Fernández quien tras citar el libro de Terragno desplegó un amplio abanico de cifras que justificaban el plan. Fernández dijo, además, que la relocalización implicaría desarrollar las ciudades entre las longitudes 40 y 60, que son las mismas que en el hemisferio norte ocupan las ciudades que protagonizaron la revolución industrial.
Viedma está en el paralelo cuarenta, el mismo que al norte cruza la ciudad de New York, que se encuentra seis minutos y unos pocos segundos más al sur. El meridiano no lo comparten: los sesenta y dos grados oeste, donde está la ciudad patagónica, al norte caen en el océano Atlántico.
La propuesta de Alfonsín (en los papeles el Proyecto Patagonia era más amplio que el traslado: provincializar Tierra del Fuego, reformar la administración de justicia, crear la provincia del Río de la Plata y reformar de la constitución) tenía como principal destinatario a los jóvenes:
“Pero el beneficio mayor que esperamos es el provecho espiritual de ofrecer nuevas fronteras mentales a los argentinos. Pensamos sobre todo en los más jóvenes y en la posibilidad de presentarles nuevas alternativas de vida, frente a la rutina mediocre y al consumismo insatisfecho que muchas veces se les presenta como el único destino posible. Queremos despertar en ellos el espíritu pionero, el espíritu de aventura, para que muchachas y muchachos vayan a explorar nuevas tierras y conquistar pacíficamente espacios, para fundar familias y criar hijos en un ámbito en que el horizonte lo trace la propia voluntad” (Discurso en el Congreso de la Nación, 1 de mayo de 1986)
Apenas unos meses más tarde el gobierno de Alfonsín tocó su punto crítico y ya no tuvo retorno. En diciembre de ese año fue firmada la Ley de Punto Final. La actitud claudicante y la crisis económica hicieron humo al Proyecto Patagonia. El intento por fundar una “Segunda República” fue truncado por las persistencias de la “República Trágica” de la que veníamos, según palabras del propio presidente. Para salir del ciclo de la tragedia proponía una utopía cuyos perfiles se definían por la consigna de ir “hacia el sur, hacia el frío y hacia el mar”.
El Censo de 2010 muestra que en sólo tres provincias la franja de los que tienen entre 25 y 35 años no es menor que la de los jóvenes de la escuela secundaria: ellas son Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. En las demás provincias del país, la pirámide inicia su curva descendente desde los 20 años. La ciudad de Buenos Aires es la única donde los jóvenes que tienen entre 30 y 35 años son más que los de entre 0 y 25. Buenos Aires recibe jóvenes y el sur también. Una de las ciudades patagónicas que más eligen como destino es Rada Tilly, conocida como el balneario más austral del mundo.
También nombrada como la “San Isidro” de Comodoro Rivadavia, por su carácter residencial y el alto poder adquisitivo de sus habitantes, Rada Tilly duplicó su población en la última década. La economía de los pueblos petroleros es el motor, los ingresos de los trabajadores de ese rubro hacen que incluso en algunos suplementos de turismo hablen de Comodoro como nuestra Dubai local. En la localidad de Comodoro-Rada Tilly hay dos autos cada tres personas, el viento y el frío lo hacen indispensable. A primera vista la alternativa que el presidente Alfonsín veía en su propuesta frente a la “rutina mediocre” y el “consumismo insatisfecho” no se consumó en Rada Tilly. Esta ciudad balnearia está lejos de ser la utopía colonizadora del Proyecto Patagonia, aquí los jóvenes no llegan con sus familias a ocupar las tierras “con espíritu pionero” y “de aventura”. En un golpe de vista se la ve muy lejos de su origen como colonia Boer. La pauta la dan las veredas, es fácil encontrar grandes mansiones, que probablemente alojen más de un automóvil de alta gama, los mejores televisores y equipos de audio, pero las veredas están destruidas. En cierta medida, Rada Tilly es la distopía del proyecto de Alfonsín, el consumismo insatisfecho está aquí al orden del día.
Migrantes de los países limítrofes también eligen el departamento de Escalante, que integra a Comodoro y Rada Tilly, como destino para encontrar empleo. Según el último censo, viven allí diez mil setecientos chilenos, 3700 tienen más de 65 años, una vida entera en la costa atlántica, lejos de los andes. Bolivianos hay 2400, sólo 50 de ellos tiene más de 65 años. De los 1200 paraguayos, sólo 36 supera los 65 años. A pesar de que los nacidos y criados son pocos, muchos pobladores de Comodoro ven como un problema a los inmigrantes, casi nadie es de ahí, y así y todo circula el rumor de que “vienen a sacarles el trabajo”.
Rada Tilly es una ciudad próspera. Se ubica en las coordenadas 45°S / 65°O. En el hemisferio norte, sobre el mismo meridiano y a 45° del ecuador, está Nuevo Brunswick, una de las diez provincias de Canadá; más o menos a la misma altura pero un poco más al oeste se encuentran Montreal y Ottawa. Nuevo Brunswick creció entre 2001 y 2007 a una tasa del 0,1%, en toda la provincia pasaron de ser 729.498 a 750.851. La migración y la movilidad es mínima.
Si bien en Rada Tilly la idea de lo público se restringe a la playa y al inmenso horizonte azul, existe desde hace un tiempo el Espacio Hudson, un proyecto editorial que con “espíritu pionero” se ha lanzado a la “aventura” de los libros. Con sede también en Lago Puelo ya ha editado decenas de publicaciones patagónicas que acompañan con distintos eventos culturales.
Cristian Aliaga, el director de la editorial definió su búsqueda: “Reivindicamos un catálogo que no es provinciano pero que trata de poner en circulación lo que se produjo y se produce en el Sur, al tiempo que reivindicamos que desde esta supuesta periferia podemos instalar cosas que tienen relevancia internacional y que no la han tenido a nivel editorial en la Argentina, como es el caso del libro Extremo de escritura, del uruguayo Eduardo Milán que tuvo una muy buena acogida en el pequeño circuito de librerías en las que distribuimos en Buenos Aires” (Revista ñ)
No es casualidad que para nombrar el proyecto hayan elegido a la figura de Guillermo Enrique Hudson, el naturalista argentino que para poder decir algo sobre la Argentina de adentro, se fue a los 33 años a vivir a Londres, donde recién comenzó a escribir, sobre la Argentina de afuera.
Pablo Luzuriaga
Buenos Aires, EdM, mayo 2013
Imprimir
No hay comentarios:
Publicar un comentario