APUNTES

Ok Radiohead feliz computer, por Luciano Beccaria y Facundo Ruiz


Beccaria y Ruiz en general escriben cada uno por su lado. A cuatro manos (o seis, porque esas manos se multiplican sin orden) publicaron juntos, en 2010, la novela epistolar Mazo de cartas en el sello de Santiago Arcos. En este número de EdM proponen una lectura de Ok Computer 20 años después, el último disco de Radiohead.   

Primer acto: entra Duchamp, coloca bigotes y barbilla a La Gioconda y titula: L.H.O.O.Q. Antes de salir, quita bigotes y barbilla y escribe: L.H.O.O.Q. rasée. Pierre Menard escribe el Quijote.
    Segundo acto: Tienes razón, Sancho —dijo don Quijote—, porque este pintor es como Orbaneja, un pintor que estaba en Úbeda, que cuando le preguntaban qué pintaba, respondía: «Lo que saliere»; y si por ventura pintaba un gallo, escribía debajo: «Este es gallo», porque no pensasen que era zorra.
Tercer acto: Radiohead saca un disco, lo llama Ok Computer. Veinte años después vuelve a sacarlo, lo llama: OKNOTOK.

¿Cómo se llama la obra?
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Una promesa nunca hecha pero retroactiva. Más que una sorpresa, el develamiento de un tesoro que pocos imaginaban. Un puñado de canciones embotelladas y lanzadas al futuro; encerradas en una cápsula y enterradas para ser oídas dos décadas después. Y miles de otras metáforas posibles. En definitiva, la confirmación de una inquietud de época manifestada desde la voz de un androide, con la receta para la felicidad en el ocaso del siglo XX: semejar un chancho enjaulado que embucha antibióticos.
      En eso parece haberse enarbolado este lado B o versión ampliada por el 20° aniversario de OK Computer. Qué mejor manera de reinventarse para Radiohead que editar esos temas “perdidos” de su, probablemente, mejor época. Luego de un elepé introspectivo y heterogéneo (A moon shaped pool, publicado en 2016), fuera de la línea conceptual de la mayoría de sus discos, OKNOTOK debe escucharse desde el principio, aunque ya lo conozcamos. Porque hay que volver al cello de “Airbag” acolchando el riff inicial de Greenwood, al bajo distorsionado de “Exit music (for a film)”, al pianito de “Karma police”, delicias eléctricas y orquestales que cimentaron en conjunto un mito. Y a la voz. La de Yorke y la de la aplicación de la Mac que sirvió para “Paranoid android” y “Fitter happier”.
Y luego ir a lo desconocido o poco conocido, en virtud de que los lados B sonaron en discos piratas o en conciertos en vivo. Esa promesa hecha con el diario del lunes es “I promise”. El androide descabezado por amor ya no está tan OK. Y lo dice con un fondo redoblado que recuerda a “Bring the boys back home”: ¿bring the (radio)head back home? “I promise” suena como un promedio entre “Stop whispering” y “House of cards”. Entre Pablo’s Honey e In rainbows.

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Shit Radiohead. Dijo Chris Martin, pero en plural, Coldplay dixit: tuvimos que aceptar la idea de que somos una mala versión de Radiohead. Aunque la expresión, o versión inglesa, fue algo distinta: tuvimos que conformarnos con ser un Radiohead de mierda.
     ¿Mala versión, mal aversión? ¿Qué hay de nuevo, viejo? Because you have not been / Payin’ attention…
     Si de nuevo hay algo en Radiohead, dicen sus canciones, sería también algo radicalmente lento, algo retardado: líneas de un campo eléctrico (ondas de radio) que viajan a la velocidad de la luz pero que no se ven, naturalmente se oyen, como “Present Tense”. Las canciones de Radiohead, sus nuevos álbumes descompasan, siempre: lo nuevo los mantiene cantando viejas canciones, envejeciendo a los nuevos. A Moon Shaped Pool lo confirma.
    Quizá sea solo una cuestión de números: 2 + 2 = 5, oímos mortales en Hail to the Thief. Dice “The Numbers”:

We are of the earth
To her we do return
The future is inside us

Además: clink caja, se oye de fondo, y no es Pink Floyd ni Syd Barrett sonriendo en su “Bob Dylan Blues”. Es la lengua de Chris Martin, su plural monetario. Dice Radiohead: I won’t turn around while the penny drops.

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Con los nuevos clips de “I promise”, “Man of war” y “Lift”, los tres temas inéditos que abren el lado B del disco aniversario, se completa un conjunto de videos también conceptual, si contamos los promocionales de los temas originales de OK Computer. Porque aunque los músicos de la banda hayan dicho una y otra vez que OK Computer no es un disco conceptual, así les salió. Y los clips siguen la línea (curva). Una intertextualidad entre seis videos que aluden desde el futuro o desde el pasado, según el caso, a ideas que nuclean otros discos de la banda. Ejemplo: hay miembros desmembrados (“Paranoid android”, “I promise”) y uno piensa en The king of limbs. Hay persecuciones (“Man of war”, “Karma police”) y uno piensa en Hail to the thief. Hay traslación, movimiento, avances y reversas, ascensos y descensos, rectas y curvas, y uno piensa en The bends. Hay un nuevo origen, un nacimiento desde la auto-mutilación, y uno piensa en Kid A. Incluso el protagonista animado de “Paranoid android” aparece entre los pasajeros del ascensor de “Lift”, en carne y hueso y bebiendo el agua de su pecera. Pero no es sólo esa literalidad. Es necesario escuchar los temas y ver los videos para que la memoria se active (o la Amnesiac se disipe) y las referencias hagan sinestésicos actos de presencia.
       Desde el futuro autocumplido, la nueva edición de OK Computer, OKNOTOK, se revela en un caleidoscopio de imágenes y conceptos que para los ejercitadores de la hermenéutica son un primor.

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Pero estos veinte años no serían nada sin Le Pera: Nigel Godrich, productor de Radiohead y, eficazmente, de OK Computer. Co-responsable por eso de postergar ese lado B (“I Promise”) que se ahorra la ironía del disco original, aquel “ok computer” que ahora –fiel a estos tiempos, de agresiva sinceridad– es “not ok”. La denuncia tecnofóbica a la tecnofilia que se avecinaba transmuta, al escuchar hoy los nuevos viejos temas, en cierta nostalgia, a veces depre, otras furiosa, por aquel grito primario. Y su cámara eco. Grito y cámara eco: reverberación de Radiohead a Godrich, de ok a not ok, de ayer a mañana. OKNOTOK: lo que parece un palíndromo es un ida-y-vuelta-sin-vuelta. Una escucha, un diálogo, el tiempo al paso: delay, impasse, ok. Not ok.
       Quizá así Radiohead, Godrich mediante, llegue siempre tarde a donde nunca pasa nada. Quizá por eso acontece, hace acontecer.-

Luciano Beccaria y Facundo Ruiz
Buenos Aires, EdM, septiembre 2017
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