Editores Argentinos publicó, en 2017, la traducción que hicieron Elina Montes y Milita Molina de Recordando a Beckett. Entrevistas inéditas a Samuel Beckett y testimonios de quienes lo conocieron, editado por James y Elizabeth Knowlson.
En 1996 James Knowlson publica una biografía de Samuel Beckett, Damned to Fame, que estaba preparando desde hacía ya algunos años juntando y relevando gran cantidad de material y documentación. Esta biografía es una extensa obra donde recorre cada uno de los detalles de la vida de Beckett y donde se nutre no sólo de profundas lecturas de sus obras, de documentos que se encontraban en diferentes archivos tanto públicos como privados, sino también de una gran cantidad de entrevistas al mismo Beckett, a directores de teatro y actores; a amigos y discípulos del autor irlandés, entre tantos otros. Para aquella oportunidad, Knowlson utilizó sólo una parte de todo ese material que recopiló durante años, otro fue dejado de lado hasta la publicación del libro que ahora estamos reseñando y que reúne entrevistas y testimonios que son un importante aporte documental, no sólo para ver desde una nueva perspectivas aspectos de su biografía, sino también para conocer cómo Beckett consideraba su obra a partir de varios tópicos: el de la autotraducción, el de la puesta en escena, el Beckett lector, etc.
Uno de los testimonios centrales de esta recopilación de documentos que han editado Knowlson con su mujer, Elizabeth, son los que reproducen las entrevistas que tiene el biógrafo con el propio Beckett, quien era en un principio bastante reacio a hablar sobre su obra y más aún sobre su vida. Es por ello que nos encontraremos con un Beckett más íntimo –dentro de lo que pueda considerarse íntimo en relación con el autor irlandés- donde relata recuerdos de su niñez, la relación con su padre y sus paseos por la campiña irlandesa, la distancia con su madre, sus intereses intelectuales que irán creando un mapa de lecturas, así como también sus viajes y su estadía final en París, entre tantos otros.
El libro se divide en dos partes, la primera, “Los recuerdos de Beckett”, recupera esas entrevistas de manera cronológica, siguiendo una línea de tiempo acorde con los acontecimientos de su vida: del joven Beckett al académico, del poeta al miembro de la Resistencia francesa, del narrador al dramaturgo. Como una especie de mirada múltiple que nos va acercando a formas de establecer relaciones entre los aspectos tratados por los testimonios y su obra. La voz de Beckett recorre cada uno de estos acontecimietos con una memoria muy certera, donde recuerda sus lecturas, sus relaciones personales, su viaje a Alemania, etc.
La segunda parte, “Recordando a Beckett” se centra en los testimonios de aquellos que lo conocieron y quienes trabajaron con él, sobre todo en las puestas en escena. En esta oportunidad creemos que es importante esta serie de testimonios ya que plantean una poética de la representación dramática que muchas veces no es respetada en las nuevas puestas en escena. Las distintas declaraciones de directores muy cercanos a su producción, así como también actores, revelan de manera directa que la relación de Beckett con el teatro responde a una intención y a una puesta estética determinada. Como una imagen mental llevada al escenario que debía cumplir con ciertas reglas enmarcadas en su propia poética. Pese a ello, también aclaran, que había cierta libertad en el momento de concebir un personaje o una escenografía. Las obras de Beckett, como reiteran varios de estos testimonios, deben ser pensadas como una suerte de partitura, donde las marcas, la intención o el tono deben dar cuenta de su mirada particular sobre el mundo. Las experiencias en el Royal Court de Londres, con el Taller teatral de San Quentin o en el Schiller-Theater de Berlín son descriptas de manera muy cercana a partir de estos testimonios y tributos de directores como Martin Esslin o de la actriz Billie Whitelaw para quien Beckett escribió piezas como Rockaby.
Por otra parte, también encontramos en este volumen testimonios de autores cuyas obras fueron evidentemente influenciadas por la obra beckettiana, entre ellos, Paul Auster y Edward Albee, quienes recuperan no sólo los modos en que accedieron a la lectura de la obras, sino también encuentros personales donde rescatan aspectos centrales de la escritura, tales como la precisión, el ritmo –sobre lo que Beckett hacía hincapié cuando dirigía o supervisaba una puesta-, la expresión mínima, etc. Los recuerdos de Patrick Bowles referentes a la década de 1950 nos presenta un Beckett centrado en su obra narrativa y su relación con revistas literarias como Merlin que dirigía el propio Bowles, quien publicaría por primera vez fragmentos de la trilogía novelística y quien colaboró con la traducción de la novela Molloy al inglés, lo cual permite adentrarnos en la tarea de traducción y los conflictos que ya presentaba su obra con respecto al lenguaje y los límites del conocimiento.
También vamos a encontrar en Recordando a Beckett, una serie de comentarios de eminentes especialistas en su obra, la legendaria Ruby Cohn, Stan Gontarski, Charles Krance e, incluso, las viejas entrevistas que tuvo Lawrence Harvey con Beckett en París en 1961 y 1962 para su imprescindible trabajo Samuel Beckett: Poet and Critic publicado en 1970. Cabe destacar también el testimono de Raymond Federman acerca de su relación con el autor irlandés y la invitación a la reposición de Esperando a Godot en el año 1973, veinte años después del estreno.
El libro, como puede apreciarse, abre una serie de posibles entradas a la obra de Beckett que van desde la anécdota llana hasta testimonios donde se pone en evidencia la coherencia de una poética, desde la borrachera y las marcas de whisky que bebían hasta el intercambio intelectual donde las referencias eruditas se desplazan desde los intereses musicales de Beckett: Haydn o Beethoven, a los modos en que recorría la obra pictórica de algún artista por quien tenía alguna afinidad. Sobre este último punto es intersante el testimonio de su amigo Avigdor Arikha quien recuerda el modo en que Beckett establecía contacto con la pintura, es decir, su modo de observar.
El volumen cierra con un apéndice “Beckett sobre Racine” que está constituido por las notas que tomó Grace McKinley en 1931 de las clases que Beckett había dictado en el Trinity College a instancias de su profesor Rudmose-Brown (también especialista en Racine). Documento que nos acerca a los modos de leer de Beckett y que recupera una zona, la de Beckett profesor, que por lo general está entre tinieblas, ya que luego de ese semestre abandona su actividad académica. Asimismo, cabe destacar que el libro está editado de manera impecable, que reproduce los documentos y fotografías de la edición original y que la traducción realizada por Elina Montes y Milita Molina es de destacar, sobre todo por las notas aclaratorias por parte de las traductoras para aquellos lectores que no son especialistas en este autor.
Lucas Margarit
Buenos Aires, EdM, juio-agosto 2018
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1 comentario:
Gracias querido amigo por tan buen comentario. Excelente.
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